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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

SuperTrump

El candidato Donald Trump no se distingue bien de su parodia. Pero resulta un imán para la audiencia. ¿Por morbo, por miedo, porque seduce?

Ricardo de Querol
Donald Trump, en un acto de campaña en Greenville.
Donald Trump, en un acto de campaña en Greenville.RICHARD SHIRO (AP)

En una hilarante parodia en el programa del cómico Jimmy Fallon (The Tonight Show, NBC), Barack Obama llama a Donald Trump, aspirante a candidato presidencial republicano, y le pregunta cómo lleva las críticas de la prensa. “Los medios me aman”, le explica Trump. “Intentan hacer como que no, pero me aman. Dicen que se acabó, que ha sido bastante, y luego vienen a por más. Como Chris Christie (el obeso gobernador de Nueva Jersey, uno de sus rivales) en un bufé libre”.

Es un círculo vicioso: en las teles de EE UU sale Trump a todas horas y él dice o hace barbaridades cada día para merecerlo. Este “imbécil racista” (Vargas Llosa), también machista y otros ismos, un día le suelta a una presentadora que está sangrando por todas partes y otro manda a sus gorilas expulsar a un periodista latino. Su campaña es un reality show.

En la parodia, Trump pregunta a Obama por qué quiere ayudarle. Y este admite: “Porque es divertido. Estoy listo para coger unas palomitas y sentarme a ver toda esa mierda”.

El millonario es producto de esta “civilización del espectáculo (Vargas Llosa otra vez), en la que todo es banal. Hasta tuvo su programa de televisión, El aprendiz, y disfrutaba diciendo a los concursantes: “Estás despedido”. Al estilo de Berlusconi, da la imagen de un triunfador y vividor que desafía lo políticamente correcto (y el buen gusto en general).

El falso Obama le pregunta al falso Trump cuáles son sus planes sobre inmigración: “Levantar un gran muro”, responde. ¿Y sobre educación, economía? “Un muro”, insiste. ¿Su disco favorito de Pink Floyd? Titubea y dice: “The Dark Side of the Moon”.

Trump es un imán para la audiencia. ¿Por morbo, por miedo, porque seduce? Veremos. En todo caso, este “tonto irrecuperable e inculto pertinaz” (sí, Vargas Llosa) simboliza un tiempo siniestro que vemos venir y ojalá no llegue. También por Europa cunde la xenofobia. Y levantamos muros.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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