Laura Cantrell: folk elegante y con personalidad
La compositora estadounidense, que visita por primera vez España, actúa hoy en el Huercasa Festival
Cuando se dio a conocer en el año 2000, con el precioso Not the Tremblin' Kind, el célebre locutor de la BBC, John Peel, rastreador musical de primer nivel, calificó su disco como “el mejor debut de la última década”. Aquellas palabras emocionaron a Laura Cantrell (Nashville, 1967), pero también le hicieron flaco favor. “Fue mucha responsabilidad y muchos, incluida yo misma, ya no nos quitábamos de la cabeza lo hecho antes”, confiesa la compositora al otro lado de la línea telefónica desde Nueva York.
A la sombra de ese debut tan esplendoroso, se ha desarrollado, sin embargo, una carrera más que notable. Cantrell forma parte de la mejor oleada de voces femeninas de la música folk de este siglo, aunque su repercusión en España siempre ha sido más que tímida. Hasta este año no ha pisado ningún escenario español. El miércoles encandiló en Bilbao y hoy tendrá la oportunidad de hacerlo en Riaza, Segovia, en la primera jornada del festival Huercasa, un evento que apuesta por la música de raíces norteamericana y trae también a Emmylou Harris y Rodney Crowell.
A finales de los noventa, Cantrell empezó su carrera en algunas formaciones universitarias de Nueva York, donde estudió y ahora vive, pero decidió lanzarse en solitario con el cambio de siglo, bajo el apoyo de John Flansburgh, de los más que interesantes They Might Be Giants. “Es una persona muy importante en mi carrera. Me consiguió mi primer contrato discográfico y con él conocí la experiencia de grabar en un estudio. Aprecio mucho su apoyo. Todavía nos llamamos para ver qué tal nos va”, cuenta.
La cantante estadounidense se muestra entusiasmada por visitar España y reconoce que le pilla en un momento muy dulce. Su último disco, No way there from here, publicado el año pasado, recibió muy buenas críticas a ambos lados del Atlántico. “En el álbum intento hablar de las relaciones familiares, de pareja, con el entorno. Todo desde una situación a medio caballo entre Nueva York y Nashville, donde me trasladé a grabar este disco y el anterior”, explica.
No way there from here está grabado en los mismos estudios por donde han pasado Lamchop, Yo La Tengo o Bobby Dare. La intérprete aprovecha para defender la variedad de Nashville, la ciudad de la música country, donde abundan las estaciones de radiofórmula con envase vaquero y los ejecutivos con botas y sombrero que buscan a la nueva Taylor Swift: “Hay un country muy comercial que domina Nashville, pero también hay otro camino en la ciudad que atrae a mucha gente por los productores que conocen las formas. Por eso, a Nashville han venido a grabar Alabama Shakes, The Black Keys o Jack White”.
Su recorrido musical guarda destacados momentos, como su homenaje a la reina del country, Kitty Wells. “No me definiría como una cantante country, más bien de eso que llamamos americana, algo más abierto de miras. Todo viene del country tradicional y del folk, de bandas como Carter Family, pero ya en los sesenta se introducen guitarras eléctricas y ahí es donde yo me veo más. Es un tránsito sonoro fabuloso”, asegura. En esa simbiosis de géneros se encuentra Cantrell, creadora de un folk elegante, de un delicioso sentimentalismo. “Cuando hablamos de esa mezcla perfecta del country y el folk, absolutamente tiene que salir el nombre de Gram Parsons. Su obra es indispensable. Ese aspecto eléctrico me influyó desde siempre”, apunta.
Por su personalidad y su defensa del género, su nombre puede incluirse junto con el de otras coetáneas sobresalientes como Alison Krauss o Susan Tedeschi. “¡Vaya! Es un grupo demasiado bueno y maravilloso”, bromea. “Yo sigo mi camino y eso es suficiente”.
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