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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ruina

Los griegos (no todos, faltaría más) van a seguir jodidos o agonizantes en el caso de que acepten su terrorífica deuda, pero también si les dejan sin el euro y retornan el arcaico dracma

Carlos Boyero

El presentador del informativo de Antena 3 repite un par de veces que el referéndum griego va a ser apasionante. Si no supiera a qué se refería deduciría que la definición “apasionante” corresponde a un partido entre el Real Madrid y el Barcelona, a la actuación de un genio de la música, a una carrera de fórmula 1. Lo relacionas con algo positivo, fascinante o lúdico. A continuación, deduce que ha pervertido el lenguaje y añade que también dramático.

Yo, con mi afición al tenebrismo, iría más lejos. Lo definiría como trágico, tanto si gana el sí como el no. Los griegos (no todos, faltaría más) van a seguir jodidos o agonizantes en el caso de que acepten su terrorífica deuda, pero también si les dejan sin el euro y retornan el arcaico dracma, si agachan la cabeza o si la levantan en plan kamikaze.

Y continúa mi pasmo ante los eufemismos del lenguaje. El señor Juncker repite hasta la náusea, con la masificada y despreciativa convicción de los políticos de que somos tan cortos de entendederas que hay que repetirnos machaconamente lo que pretenden vendernos, que si triunfa el no en el referéndum Grecia quedará en una posición “dramáticamente débil”. Que sepamos hasta ahora en la historia del mundo, la debilidad siempre ha ido acompañada del drama, jamás de la alegría o la comedia.

Igualmente recalca el presentador que la decisión que tomen 11 millones de personas va a afectar poderosamente en los bolsillos de 500 millones de europeos. Acabemos. En el fondo, es muy confortable, e incluso te puedes permitir el lujo de la piedad, observando la ruina ajena, mientras que tu estás calentito y mantienes con relativa salud la cuenta corriente en tu banco. No haces desesperadas colas para poder sacar en el cajero 50 milagrosos euros. Eso, los que dispongan de tarjeta, los que posean algo. Pero deben de existir bastantes griegos que ya solo pueden mantenerse del aire.

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