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Joaquín Reyes: “Podría vivir sin salir en la tele, pero no sin dibujar”

Con la soltura que dan unas cañas fresquitas, el cómico albaceteño se confesó ante un público reducido.

Joaquín Reyes (Albacete, 1974) llegó a la librería del madrileño Palacio de Santa Bárbara, que durante todo el verano es un restaurante-bar-centro cultural llamado Manzana Mahou 330, con bermudas, pero también con corbata y chaqueta y, claro, con sus infaltables gafas de pasta y hablar manchego. Pidió una caña y, ante un público reducido, comenzó a narrar de manera distendida las peripecias de su vida profesional. “Me he dado cuenta de que los cómicos hablamos siempre de los mismos temas. Por decirlo así, tenemos nuestros fetiches. El mío siempre tiene que ver con la nostalgia y la infancia, con el pasado. Pero de pronto me di cuenta de que había crecido. Que soy padre. Así que me dije, tengo que escribir no sobre cómo era hace 12 años, sino sobre cómo soy ahora”, le dijo el año pasado a este periódico. Pero en esta ocasión miró hacia su pasado. Y esto fue lo que contó:

No puedo hacer papeles dramáticos. Porque la gente no está preparada para verme en ellos. Así que, por ejemplo, yo no podría actuar en una película de Isabel Coixet. Porque al verme aparecer, se reirían.

Antes que cómico, soy dibujante. Nunca pensé dedicarme al espectáculo. Lo que yo quería hacer era dibujar. Estudié Bellas Artes en Cuenca y allí aprendí lo importante que es hacer cosas en la vida. Desarrollar tus ideas, te dediques a lo que te dediques. Lo importante es la ilusión para hacer cosas nuevas. Pero un día llegué a la tele. En la Paramount Comedy nos dieron toda la confianza y, durante cinco años, hicimos La Hora Chanante, una cosa bastante rara. Pero, sobre todo, una oportunidad que se le da a poca gente. Ahí comencé a hacer parodias de famosos, con acento manchego y no tratando de imitar su voz exacta. Y esto es algo que sigo haciendo en El Intermedio.

Un día hice una parodia de Luis Cobos. Se trataba de que a él no terminaba de gustarle la portada de su disco y le decía una y otra vez al diseñador gráfico que él quería aparecer detrás de la Plaza Roja de Moscú. Pero todo ocurría en 1982 y en ese año no había photo shop. Bueno, un día llegó a la productora del programa el diseñador gráfico que hacía las portadas de los discos de Luis Cobos. Y dijo: después de ver el sketch, Luis Cobos ha ordenado que me despidan y ahora estoy en el paro. Se supone que Luis Cobos había pensado que alguien de su equipo había filtrado rasgos de su carácter y que nosotros nos habíamos basado en eso para parodiarlo. Pero no. ¡Jamás! En el programa no conocíamos a nadie de ese equipo. Bueno, pues supuestamente el pobre diseñador se quedó sin trabajo por eso.

Hoy soy parte del elenco de la serie Anclados fue algo muy sorpresivo. Cuando me llamaron, creí que se habían equivocado. Pero me dijeron que no. En las grabaciones estoy aprendiendo a pronunciar bien, a no tapar a mis compañeros y, sobre todo, a actuar. Soy consciente de que me eligieron por mi físico. Y ahora, a la primera, quieren que me desnude. Pero estoy demostrando que soy un actor de carácter. En realidad no soy actor. Soy cómico. Y no puedo hacer papeles dramáticos. Porque la gente no está preparada para verme en ellos. Así que, por ejemplo, yo no podría actuar en una película de Isabel Coixet. Porque al verme aparecer, se reirían.

Siguiente capítulo de mi vida: la fama y las redes sociales. El twitter se ha convertido en una servidumbre. Ocupa mucho tiempo del día. Y twiteando y twiteando… te metes en jardines que no quieres. Y al hacer eso te expones, sobre todo, a las críticas de la gente, algo que luego te trae disgustos. Pero la verdad es que hay necesidad de reconocimiento y el twitter te suministra esto.

Sigo dibujando porque es una de las mejores cosas que hay en el mundo. Podría vivir sin salir en la tele, pero no sin dibujar. Ahora estoy haciendo un proyecto ilustrado sobre la sociedad madrileña actual: un estudiante erasmus, una pareja de 70 años que se comportan como adolescentes y un fantasma. Todo ocurre en una tienda de ropa vintage y un bar. Yo es que camino por Malasaña y veo pantalones de campana, camisas grandes, barbas, rockeros y músicos indies. Por cierto, también he hecho la portada de un disco indie. Gratis, ¿eh? Todo sea por seguir dibujando.

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