Sensibilidad

“Para mí la fotografía es una manera de expresar mis sentimientos, mi estado de ánimo, mis emociones. No hago fotografía para los demás, sino para mí, por el puro placer de fotografiar”. Se acabaron las disquisiciones retóricas, las coartadas no pedidas. Toni Catany lo tenía muy claro y, probablemente, de esa claridad surge una obra coherente y sensible.

La 2 exhibió el pasado viernes un estupendo homenaje al fotógrafo mallorquín en su serie Imprescindibles: ‘Toni Catany. El tiempo y las cosas’. Por allí pasaron María del Mar Bonet, Isabel Muñoz, Miquel Barceló, Ramón Masats o Cristina García Rodero, entre otros muchos. La clave de la excelencia de sus fotografías radica en que sus emociones, sus sentimientos, surgen de una curiosidad, de un interés por la cultura del otro, por todo aquello que no conoce y ansía comprender. “Me lo imagino como un caballero deslumbrado por la belleza desconocida”, comenta García Rodero, y así es.

Por allí también dejó constancia el fotógrafo de sus prioridades, “cuanto más simple, mejor”; de sus amores, ese hipnótico Mediterráneo, “me gusta contemplarlo leyendo un libro bajo un pino y escuchar las olas”; de sus añoranzas, “en el Magreb encontré playas vírgenes y frutas sabrosas frente a unas costas de hoteles y especulación urbanística...”.

Llumajor, Venecia, Grecia, Tierra Santa, el viaje, siempre el viaje, “el gran tour del que hablaba Lord Byron y que degeneró en el turismo...”, de todo ello dejó constancia Catany en sus libros y especialmente en El artista en su paraíso, su gran obra. Sus desnudos masculinos y sus bodegones, que para Isabel Muñoz destacan por su “sensualidad, por la piel, por esas naturalezas muertas que están muy vivas” y que para Miquel Barceló nos hablan de “un ansia de materialidad, de una realidad física”, del tiempo y las cosas de un gran fotógrafo.