Somos muy de Faulkner
Si Berlanga y Azcona destriparon a los aristócratas venidos a menos en sus 'Escopetas...', Cuerda situó la ruralidad surrealista en una cima inalcanzable
La mitad invisible es un interesante programa de La 2. El del pasado sábado, que no fue de los mejores, se dedicó a una de las películas más extraordinarias de las últimas décadas: Amanece, que no es poco, de José Luis Cuerda. Y ahí quizá radique la dificultad del programa. Rendir homenaje a una película tan insólita exige, probablemente, más tiempo y más medios. Pese a ello, el filme de Cuerda es de los que todo lo que toca no deja indiferente a nadie.
Si Berlanga y Azcona destriparon a los aristócratas venidos a menos en sus Escopetas.., o si Almodóvar deslumbró con su visión de la marginalidad urbana, Cuerda situó la ruralidad surrealista en una cima inalcanzable, con un añadido: los tres han sido los mayores transgresores de lo establecido sin perder por ello el aprecio de los mas.
Raimundo Viejo, politólogo y cinéfilo, lo señalaba en el programa: "Amanece, que no es poco es una película muy libertaria" mientras se mostraba el resultado de las elecciones locales en las que tradicionalmente ganaba la Guardia Civil. Para el también albaceteño Joaquín Reyes, es una película que entronca el costumbrismo rural con el surrealismo, esa frase del sargento "en éste pueblo somos muy de Faulkner", o esa secuencia en la que los feligreses rompen a aplaudir en la consagración de la hostia resultan inolvidables.
La alcaldesa de Lietor uno de los pueblos en los que se rodó la película, recordaba el rodaje de la subasta femenina de los roles del año: "¿Quién quiere ser puta, y quién adúltera?", preguntaba a las lugareñas Aurora Bautista. Estrenada sin demasiada pena ni gloria en 1989, desde entonces se ha convertido en un fenómeno social: se ha creado un Centro de Interpretación en Aína, existe una ruta para los amanecistas, se emite con constancia en la televisión, se ha publicado el guión y se le rindió un homenaje en el 25 aniversario de su estreno. Hoy podríamos gritarle a Cuerda lo que le gritaban al alcalde de su fantástico pueblo: "¡Todos somos contingentes pero tu eres necesario!".
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