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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Desvalorizarse

TVE parece condenada a la irrelevancia y a un papel sin pugna competitiva con las dos grandes marcas de televisión privada dueñas de los cuatro canales de referencia

David Trueba
Sede de RTVE en Torrespaña
Sede de RTVE en Torrespaña

La polémica por la contratación de periodistas en TVE bajo la excusa de un año cargadísimo de citas electorales suena a broma. Más allá de la sospecha de que procedan de medios afines al Gobierno, reitera el desaprovechamiento de los recursos humanos del canal público. La descapitalización de esta institución nacional ha marcado esta legislatura en todo lo que tiene que ver con nuestra televisión pública. Parece condenada a la irrelevancia y a un papel sin pugna competitiva con las dos grandes marcas de televisión privada dueñas de los cuatro canales de referencia. El daño comenzó cuando Rajoy, en una de las medidas más mezquinas de su Gobierno, suprimió la elección parlamentaria del presidente de la corporación por el dedo supremo. Ese pecado original en lugar de provocar una reacción por parte de la ciudadanía ha impuesto la sedación buscada. El control de los medios públicos sale a cuenta y, por desgracia, sigue funcionando a las mil maravillas.

El nervio que toda televisión pública puede aplicar a los informativos por su capacidad de expansión y la musculatura de enviados especiales se ha visto mermado y la crisis de credibilidad se evidencia en unos telediarios que dedican sus mejores recursos a dar cuenta del tiempo, las nieves y las lluvias en las cuatro esquinas de la Península, pero sin aplicar esa dinámica a la información pura. En el estado de atontamiento general, la sobreestimulación futbolística sigue siendo un rasgo de nuestro panorama informativo. No hay gol del que no quede constancia repetida hasta la saciedad, mientras otros goles fundamentales para nuestra vida pasan desapercibidos.

En ese destejerse del medio público, parece una jugada muy esclarecedora cerrar el centro de TVE en La Habana para trasladarlo a Río de Janeiro, donde nos esperan Olimpiadas. Pero en términos informativos, será precisamente Cuba un foco de permanente interés durante los próximos dos años de transición y reforma y, al igual que en nuestra errada política con la isla, donde hemos perdido la relación de privilegio, parece que también asumimos la pérdida del valor informativo para terminar comprándole la noticia a las agencias, más inteligentes y precavidas que nuestros gestores del canal. De eso se trata quizá, de desvalorizar lo público hasta aconsejar su finiquito.

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