Maltratado por el poder
Ha sido el mejor año del cine español desde que existen estadísticas. Paradójicamente, quizá sea uno de los años más difíciles
Este año se va a celebrar la vigésimo novena entrega de los Premios Goya, que van a tener un carácter muy especial. En efecto, las películas españolas estrenadas en 2014 han logrado unos resultados espectaculares. Ha sido el mejor año del cine español desde que existen estadísticas fiables. Paradójicamente, estos resultados se producen en el que quizá, económicamente hablando, sea uno de los años más difíciles y con menos recursos desde hace mucho tiempo y además con un número de producciones sensiblemente inferior al de tiempos pasados.
Esta realidad, en principio sin justificación y lógica aparente, puede dar mucho que pensar, y su única explicación habría que buscarla en la propia esencia de la industria cinematográfica: su imprevisibilidad absoluta.
¿Acaso ha surgido de forma espontánea y de un año para otro un mayor talento en quienes hacen el cine? Pues no. No es así. Son como todos los años un conjunto de películas realizadas por profesionales ya consagrados y, como siempre, incorporando aportaciones de otros noveles.
Quizá la única razón de este éxito sea que han coincidido en el tiempo unas obras de gran interés y que en otros momentos se diluían en un mayor periodo. Pero lo más importante, lo más gratificante y de lo cual el sector cinematográfico ha de sentirse profundamente orgulloso es que el cine español ha explotado cuando el poder político le ha sido más adverso y su situación industrial, una vez más su economía, se encuentra bajo mínimos, y cuando ese poder político le sigue ninguneando, ignorando, e incluso castigando desde hace ya demasiado tiempo y de forma tan injusta.
Dije en las anteriores entregas de los Goya que pese a todas las adversidades el talento de quienes hacen el cine estaba íntegro y el sector lo ha demostrado de la forma más contundente: con el mayor éxito jamás alcanzado.
Ojalá que ello haga reflexionar de una forma igualmente contundente a quienes durante tanto tiempo han ignorado, obstaculizado y maltratado a este sector tan importante, más vivo que nunca, que tanto aporta y, sobre todo, en condiciones más favorables aportará al patrimonio cultural de España.
Ojalá que así sea.
Enrique González Macho es presidente de la Academia de Cine de España.
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