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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Madres

Recuerdo que Albert Camus dijo algo tan 'heavy' como “Entre la justicia y mi madre, yo elijo a mi madre”. Caprichosa o inevitablemente asocio esa frase con la opinión del papa Bergoglio

Carlos Boyero

Un amigo mío desde la juventud, innegociablemente inteligente y brillante, vocacional defensor del diablo, capaz de defender un argumento y desmontarlo después si este se hace popular, se vuelve a enzarzar conmigo asegurándome que mi visión del cine, de las personas y las cosas sigue siendo la de un niño a mis 61 años. Se supone que habla de mi inmadurez emocional, y de lo mucho que ha aprendido él, experto en defender lo uno y lo contrario, en la evolución del pensamiento, en la necesidad de cambiar de opinión de lo que creíste fijo. Lo de seguir siendo un niño es el mayor halago que me han hecho últimamente, aunque la intención de mi definidor no fuera exactamente esa.

Mi amigo se ha enamorado recientemente de la escritura y los recuerdos íntimos de la ya subvalorada Simone de Beauvoir, y defiende a Sartre (“huele a tierra mojada, mañana lloverá en Bouville”, era el final que conmociona de La náusea) cuando este es actualmente considerado como el apóstol intelectual y occidental del estalinismo.

Yo le hablo de Albert Camus, de aquel señor que se parecía tanto a Bogart, uno de mis viejos e incondicionales amores. Él, con sorna y comprensión, me asegura que el antiguo seductor denostado por la intelligentsia progresista y al que ahora todo cristo considera como ejemplo de la libertad del pensamiento no firmó por razones sucias el manifiesto contra la OAS, cuando eso era exigible a cualquier pensador con dos dedos de frente y de decencia.

Y recuerdo que Camus dijo algo tan heavy como “Entre la justicia y mi madre, yo elijo a mi madre”. Caprichosa o inevitablemente asocio esa frase con la opinión del siempre políticamente incorrecto papa Bergoglio: “Si insulta a mi madre puede esperar un puñetazo”. Se refiere a esas burlas militantes que Charlie Hebdo hacía (y ojalá que siga haciendo a pesar de la masacre) de algo tan intocable como las religiones.

Y vale, no sabemos si ese señor tan alucinante es el revolucionario gerente de una empresa ancestral y en ruinas a la que debe resucitar, o un revolucionario que se ha tomado en serio las doctrinas de Cristo. La madre de Camus era tangible, real. Los dioses son etéreos, aunque hayan causado toneladas de sangre en la tierra. Qué miedo las religiones. Y yo, por mi madre vivo, no mato.

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