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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Flaquezas

Los tres partidos que aspiran a gobernar España, PP, PSOE y Podemos, escenificaron la semana pasada espacios que negaran sus flaquezas

David Trueba

Los partidos políticos utilizan los medios de comunicación para transmitir sensación de fortaleza en sus flancos débiles. Lo hemos visto la semana pasada, con actos organizados por los tres partidos que aspiran a gobernar España. PP, PSOE y Podemos escenificaron espacios que negaran sus flaquezas. Los de Rajoy fueron a Cataluña para un discurso más de reaparición orgullosa que integrador, y también plantearon un debate parlamentario sobre la corrupción y las medidas correctoras cuando su imagen de honestidad se tambalea no por delirios periodísticos, sino por sumarios judiciales tan bien fundados que puede que le cuesten el puesto a sus titulares. La flaqueza sigue ahí después de la teatralización.

Los socialistas de Pedro Sánchez enfocaron de lleno hacia la asunción de culpas por el pasado. Renegaron de la histérica reforma constitucional del artículo 135 que limita el endeudamiento. Quieren decirle a una parte de sus votantes que han entendido el mensaje, ese que culpaba a Zapatero de precipitación y sumisión al mercado. Los que sostienen que una dimisión antes de lanzarse a los recortes hubiera sido más eficaz, ponían de ejemplo al presidente Sócrates en Portugal. Pero el tiempo pasa y resulta evidente el acierto por frenar la depreciación de nuestra deuda y asumir las reformas más urgentes para evitar la intervención. Portugal ni tan siquiera es un ejemplo de comportamiento estratégico, porque el socialista Sócrates está en la cárcel y su huida de un escenario de crisis tuvo más que ver con disfrutar de una cómoda renta vitalicia corrupta que con otros principios morales. Puede que Zapatero merezca una revisión de sus compañeros más que una negación de apestado.

Y tras su muy pobre entrevista con Jordi Évole, Pablo Iglesias ha entendido que con propuestas económicas inviables y dañinas se ponía en peligro el entusiasmo hacia Podemos. Por ello la escenificación de una presentación de plan económico perseguía reafirmar un modelo reformista que modere su enfrentamiento con el sistema. Ya no hay confiscaciones, ni salario biológico ni ricos a los que reeducar como Supernany con los niños mimados. Si finalmente encuentran una verdadera inspiración económica para su programa, que se añada al deseo compartido de limpiar los escaños de corruptelas, serán una fuerza decisiva para España. Pero los tres mostraron sus flaquezas en los ejercicios de rearme.

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