El viaje de vuelta de Dorothy Dene

La bellísima Dorothy Dene, sonriente y con su cuerpo desnudo apenas cubierto con una leve gasa blanca, ha regresado a la casa de Kensington que le cambió la vida hace más de cien años. Esta vez no ha entrado, como en su primera visita, por la discreta escalera reservada para las modelos que daba a una estancia calentada por una chimenea para que estas pudieran desnudarse. Pero ha hecho un viaje largo para volver a la impresionante casa estudio del pintor Frederic Leighton, que descubrió en aquella joven su ideal de belleza victoriano. Dene se convirtió en mucho más que una modelo para Leighton, aunque no se sabe muy bien en qué. La joven, que tuvo una carrera como actriz, fue la acompañante oficial del artista, en cuyo lecho de muerte se encontraba cuando este falleció en 1896.

No puede haber mejor escenario para admirar la excesiva belleza de Dorothy Dene, y del resto de los cuadros de la colección de arte victoriano del empresario mexicano Juan Antonio Pérez Simón, que las suntuosas paredes de la Leighton House. Las obras de esta caprichosa parte de la apabullante colección del empresario mexicano (de origen asturiano) ya se han podido ver en París, en Roma y en el Thyssen madrileño. Pero merece la pena volver a contemplarlas en su contexto, esta casa de Kensington, hoy museo y testimonio de una época de la cultura británica. Una estética, la que se exhibe en la Leighton House, que puede resultar demasiado erótica incluso para el metro de Londres en el siglo XXI: parece que el retrato de Dorothy Dene, con la gasa blanca descubriendo el pecho izquierdo y el pubis de la modelo, fue rechazado como póster de la exposición por la autoridad del transporte londinense.