Lo nuevo
Un tiempo nuevo no puede tener lugar si antes no se rompe con el pasado. La historia va a ser muy dura con aquel lema enfebrecido del España va bien
Un atento lector anglosajón me corrige que bajo las siglas GOP referidas al Partido Republicano no se esconde la idea de Gobierno de la Gente, que fue un concepto lanzado por el republicano Lincoln, sino las iniciales de Grand Old Party. Ese gran y antiguo partido se declara así orgulloso de su historia y la corrección no es solo pertinente sino que permite ampliar el concepto. Porque en España ansiamos un esfuerzo de regeneración que no llega por ningún lado. No existe comparecencia mediática de un político que no exponga su asco y dolor ante la corrupción y sin embargo tan solo resulta creíble el discurso de Podemos, porque los demás partidos parecen demasiado esclavos de sus dinastías. Los errores del pasado necesitan una relectura mucho más crítica que la que están realizando y la actitud del presente requiere una higiene total para lograr que gran parte de los votantes abandone la idea de que nada ha cambiado.
Contra ese convencimiento de que todo sigue igual, Telecinco inauguró un programa de tertulia política en la noche del sábado, para competir con el espacio de cinco horas en La Sexta. El título de Un tiempo nuevo delata la obsesión por convencer a la clientela de que, ahora sí, llega la regeneración. El primer invitado fue el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Y con ser una elección muy acertada, no se evita la certeza malsana. Ministro ya en tiempos de Aznar, bajo su vigilancia fiscal se cometieron las mayores tropelías financieras. El manejo político de Caja Madrid es solo una punta de alfiler. Basta asombrarse de que la sede central del partido se reformara con 1,7 millones de euros en dinero negro para sospechar que se defraudaba desde el centro mismo del poder.
Un tiempo nuevo no puede tener lugar si antes no se rompe con el pasado. La historia va a ser muy dura con aquel lema enfebrecido del España va bien. El expolio nacional fue acompañado de un desarme moral y un caos estructural que cuando llegó la crisis nos dejó desamparados. Es imposible que capitaneen los mismos la regeneración política. Son personas nuevas lo que demanda también ese ansioso votante que aún quiere creer que la regeneración es posible en los viejos y grandes partidos.
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