Memoria de gato frente a la razón
Paloma Díaz-Mas ha escrito un libro absolutamente literario sobre un tema no menos literario: el universo felino
No recuerdo en qué libro suyo Jorge Luis Borges dice que no podría asegurar que el gato que tiene enfrente de él no sea el mismo que acarició Spinoza en su buhardilla de Ámsterdam. Escribía eso para graficar que los gatos no tienen memoria. Si Borges pudiera leer el nuevo libro de Paloma Díaz-Mas, Lo que aprendemos de los gatos, probablemente revisaría su teoría sobre estos felinos. Paloma Díaz-Mas mantiene en este libro, a diferencia de su obra de ficción anterior entregada a la reflexión del pasado, ese tono de envolvente intimidad, casi doméstico, que se apreciaba en Como un libro cerrado.Solo que aquí el referente que articula el libro no es una búsqueda por los orígenes de su vocación de escritora, sino la descripción exhaustiva de la convivencia con unos gatos.
Lo que aprendemos de los gatos está dividido en dos partes: ‘Un gato’, la primera, y ‘Dos gatos’, la segunda. Ello hace referencia al hecho de que en la casa desde donde se narra con una primera persona del plural los hechos que leemos, hubo primero un gato llamado Tris-Tras. Luego, una vez muerto aquél, vinieron otros dos a ocupar su lugar: Tris y Tras. La primera parte se inicia con el relato de la ausencia de Tris-Tras. El tono es melancólico, como corresponde al pesaroso trámite de un duelo. Pero ese tono no excluye la descripción casi taxonómica de la existencia gatuna: sus costumbres (y la manera en que esas costumbres despiertan otras inéditas en sus dueños), su sentido de los espacios, el tacto de su pelaje, su esmerado criterio de la higiene personal y un sinfín de detalles en que seguramente ni siquiera los que tienen gatos en su casa han reparado nunca. El conocimiento que vuelca Díaz-Mas en su libro se nutre de la información especializada, y mucho más de la que le enseña su amor y dedicación por sus compañeros de existencia.
En la segunda parte la descripción adquiere mayor radio doméstico, mayor densidad vital
La segunda parte, cuando ya tenemos a Tris y Tras incorporados a su nueva familia (después de una terrible experiencia de hambre y castigos), la descripción adquiere mayor radio doméstico, mayor densidad vital, como si vida humana y gatuna formaran un sola dimensión. El libro, que comenzó bajo el signo de un meditado desconsuelo, termina con la no menos meditada incertidumbre de qué ocurrirá cuando falten Tris o Tras, o los dos juntos, o uno primero y luego el otro, o incluso si llegaran a faltar primero sus dueños: qué sería de Tris y Tras.
Paloma Díaz-Mas ha escrito un libro absolutamente literario sobre un tema no menos literario. Esa literariedad la mantiene incluso cuando nos enumera la alimentación y los hábitos nocturnos de sus gatos. Solo en una cuestión me parece que la autora no acierta: en esa especie de remordimiento rousseauniano en que incurre innecesariamente. A las pocas páginas, la autora de Tierra fértil le hace pensar a su gato que los hombres padecemos "una enfermedad congénita degenerativa" llamada razón. Los hombres no padecemos esa enfermedad, aunque lo piensen los gatos: los hombres padecemos otra enfermedad: la sinrazón.
Irreprochable formalmente, Lo que aprendemos de los gatos es también un no menos hermoso texto sobre las ausencias.
Lo que aprendemos de los gatos. Paloma Díaz-Mas. Anagrama. Barcelona, 2014. 128 páginas. 12,90 euros (electrónico: 9,99)
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