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Hilarante guerra de sexos

La guionista Anita Loos construyó una brillante comedia satírica con los gánsteres y la ley seca como fondo

Jane Russell y Marilyn Monroe en 'Los caballeros las prefieren rubias'.
Jane Russell y Marilyn Monroe en 'Los caballeros las prefieren rubias'.

Tradicionalmente, estas dos novelas han sido consideradas literatura ligera, comedia para sonreír. En realidad son dos novelas, continuación la segunda de la primera, de primer orden, dos piezas magistrales de la comedia satírica, dos derroches de inteligencia narrativa y, por si fuera poco, dos análisis perfectos de las relaciones entre los sexos. Está ambientada en los años de la ley seca, los tiempos en que el dinero, los gánsteres, los magnates y los ejecutivos ambiciosos abundaban en una Norteamérica eufórica. Anita Loos, una magnífica guionista de Hollywood, primero en el cine mudo y después en el sonoro, era una morena pequeñita, atractiva y encantadora que se sentía permanente rebajada ante las explosivas rubias del cine y del Zigfield Follies. El día en que se preguntó qué tenían aquellas rubias ignorantes, para hacerla poco menos que desaparecer a los ojos de los hombres, comenzó a escribir en un cuaderno la historia de la rubia tonta más famosa de la literatura americana, Lorelei Lee.

En estas dos novelas no se sabe qué admirar más: su notable inteligencia o su cáustico retrato de la hipocresía de un mundo masculino, que oculta bajo el paternalismo y el puritanismo las más libidinosas intenciones. En realidad, el texto contiene una acerada crítica que va más allá de su gran sentido del humor para esclarecer un juego de dominación entre unos caballeros y un par de pícaras ignorantes que, con una astucia natural, se dan la gran vida a su costa.

Lorelei y Dorothy, la rubia y la morena, son muy distintas en sus ambiciones. Lorelei no da puntada sin hilo y se pega a caballeros maduros y forrados. Dorothy, en cambio, tiene una especial habilidad para emparejarse con los hombres que no le convienen. Lorelei no es inteligente, pero es lista e intuitiva, sabe que carece de la formación y el estilo necesarios para desenvolverse en el gran mundo, pero aprende deprisa o eso cree ella; lo que ocurre es que su espontaneidad es también desarmante, y es lo que la permite triunfar. El contraste entre las dos da lugar a un ejercicio de punto de vista admirable, pues en la medida que ella va sintiéndose convertida en una dama (y esto da lugar a toda clase de episodios hilarantes) va aconsejando a su vez a su amiga, de tal manera que la narradora del primer libro (Lorelei, que escribe en forma de diario por indicación de uno de sus protectores) lo es de su propia vida mientras que en el segundo lo es de la de su amiga Dorothy, lo cual permite un desdoblamiento de personalidad realmente sugestivo, de una expresividad arrolladora.

Desfilan toda clase de caballeros al asedio de las chicas y esto da lugar a una sugerente exposición del comportamiento masculino

Por otra parte, a lo largo del libro desfilan toda clase de caballeros al asedio de las chicas y esto da lugar a una sugerente exposición del comportamiento masculino. No es una crítica de costumbres sino mucho más: es la vitriólica exhibición de una manera de entender el mundo a través del sexo y el dinero, y sugiere el lado oculto de los roaring twenties, que acabaría dando lugar a la Gran Depresión. Lorelei escribe en forma de diario por consejo de uno de sus admiradores, el Rey de los Botones. "Este caballero", escribe, "quiere educarme, por lo que no hace más que venir a Nueva York para ver si mi cultura ha mejorado desde la última vez que me vio". Este es el tono de ingenua atrevida de Lorelei relatando sus andanzas. En una ocasión en que acompaña al mencionado caballero a Viena, tiene ocasión de conocer a Freud (porque ella no se corta un pelo), quien le aconseja que cultive algunas inhibiciones, ya que carece de ellas.

Estamos en verano y en busca de la felicidad. Cuando encontramos un libro que contiene la felicidad de leer de la manera que lo hace éste hay que recomendarlo radicalmente.

Los caballeros las prefieren rubias. Pero se casan con las morenas. Anita Loos. Traducción de Carlos Casas. Alba Editorial. Barcelona, 2014. 328 páginas. 18 euros

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