Marx y familia

El capitalismo concentra la riqueza creciente en pocas manos, el desempleo elevado genera abundante mano de obra reservista de bajo coste y el poder ejecutivo, lejos de ser neutral, sirve al cabo a los intereses de las grandes fortunas. Con el armazón de estas ideas, extraídas de El capital, su conciencia de clase al hombro y la convicción de que el naufragado estatalismo soviético poco tenía que ver con el socialismo, Howard Zinn, historiador y politólogo norteamericano, escribió Marx en el Soho,celebrado monólogo en el que el intelectual alemán regresa a la Tierra para poner en evidencia que, en lo fundamental, sus análisis y predicciones fueron certeros.

La compañía madrileña TurliTava reconvierte el monólogo en diálogo a tres bandas, recogiendo en parte una idea primeriza de su autor (que pensó en subir a escena también a Engels y a la baronesa Jenny von Westphalen): Tussy, su hija, ejerce de memoria auxiliar, ángel protector y conciencia crítica de Marx, mientras que Bakunin, deseoso de pasar a la acción, se yergue en contrafigura ácida y bienhumorada del filósofo. Benjamín Jiménez, autor de la versión, trae al protagonista del Soho neoyorquino (donde fue enviado por error celeste) a Lavapiés, vetea el texto original de referencias actuales, le da otra impronta y recorta algún pasaje crucial. Victoria Peinado, su directora, coloca a los intérpretes entre el público, en esa taberna de Pica Lagartos que es el fondo de saco de La Puerta Estrecha, teatro laberíntico y con buqué. La actriz Beatriz Llorente, sin barba ni caracterización, encarna las ideas de Marx (más que al personaje), lo cual contrasta con cierta violencia conceptual con el perfilado cuasi realista del Bakunin de Francisco Valero. La propia directora encarna el papel de Tussy en este regreso a cartelera de Marx en Lavapiés (hasta el 31 de julio).