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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Demandados

El cortoplacismo tiene que combinarse con un resuelto diseño de la industria y el crecimiento para las próximas décadas

David Trueba

Hemos sido demandados. Las empresas inversoras en energías renovables se han revuelto contra los recortes en retribución del gobierno español al que acusan de haber quebrado la seguridad jurídica. Parecido a cambiar las reglas de juego cuando el partido se está disputando. Es algo a lo que están acostumbrados los españoles, con esa manía de todos los gobiernos de retocar la fiscalidad durante un ejercicio para recaudar sin mesura, y también los empresarios, que sufren el palo en las ruedas mientras se corean cánticos a favor del emprendedor. Pero en este caso hemos topado con fuerzas internacionales que no parecen tan amedrentadas para llevar a nuestro país ante los tribunales de arbitraje. Cuidado porque los rivales sumados en esta cascada de demandas comprenden al emirato de Abu Dabi, al capital riesgo Elser, al fondo de pensiones de Canadá, al fondo de capital británico InfraRed y al líder en energías renovables de Estados Unidos, NextEra.

El nombre precisamente de esta empresa, Próxima Era, sirve muy bien para ejemplificar el cambio de paradigma, todo un frenazo en la potenciación de las energías limpias. Más que la próxima era, lo que nos tiene obsesionados es la próxima semana y así nos va. El cortoplacismo tiene que combinarse con un resuelto diseño de la industria y el crecimiento para las próximas décadas, pero nos hemos agarrado como un resorte a lo malo conocido ignorando todo aquello bueno por conocer. En este caso concreto es aún más alarmante porque afecta a la supervivencia ecológica.

Ganaremos los juicios si, como sostiene el gobierno, estamos en nuestro derecho de variar la regulación, pero quizá perdamos el futuro. Puede que frenemos la especulación desmedida que estas empresas aplican en su beneficio, pero eso es lo esperable cuando los estados deciden lavarse las manos en el desarrollo energético. Pero algo ha salido mal si es cierto lo que dicen fuentes económicas cuando afirman que España es el cuarto país más demandado ante el Ciadi, que es el nombre casi farmacéutico del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones. Por delante de nosotros solo están Venezuela, Argentina y Egipto. Podría ser que todas las andanadas de nuestro pensamiento político contra el chavismo y el kirchnerismo tengan ahora que voltearse para mirar al rajoyismo.

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