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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Más farsa

En Portugal, los jefes de la granja deben de estar aterrados ante la rebelión de sus perros guardianes

Carlos Boyero
Protestas en Portugal.
Protestas en Portugal.jose sena (efe)

Aconsejaba algún sabio que cuando no había nada interesante que decir lo más conveniente era callarse. No estoy de acuerdo. Sería pesadísimo convivir con los demás sin conversaciones triviales, que todo lo que saliera de la boca de la gente estuviera dotado de trascendencia, lógica, profundidad y brillantez. Pero sería agradecible que los que gestionan la existencia de los demás estuvieran piadosamente callados cuando todo en el presente de la mayoría de sus gobernados es desalentador y sombrío. Aunque los corderos permanezcan anestesiados, acobardados, resignados en el camino cotidiano hacia el matadero, los administradores de su desgracia no deberían humillarles más contándoles mentiras y gilipolleces.

Un profesional del escaqueo como Rajoy se siente últimamente tan crecido que repite en plan mantra, con la esperanza de que aquello que repite incesantemente acabe siendo creído por el deprimido rebaño, certidumbres tan huecas y grotescas como: “Nuestro esfuerzo ya ha empezado a dar frutos”. Emplea impune y desvergonzadamente el plural. ¿El esfuerzo de quién, frutos para quién? La oposición, interpretando un papel tan previsible como aburrido, le responde que no es así.

Lo único que le preocupa ahora a los que gobiernan y a los que aspiran a reemplazarlos, es como ganarse el favor de los electores en una movida que solo le interesa a esta casta que intercambia sus disfraces en función de alcanzar el poder, una cosa al parecer golosa para ella llamada elecciones europeas, o algo así. Y los medios de comunicación aseguran en bloque que es cierto lo de la recuperación y el final del túnel, que las oficinas de empleo ofrecen notaría de que entre cinco millones de parados 2.000 de ellos acaban de encontrar empleo. Y no le crece la nariz a Pinocho. Y Perogrullo aspira a recibir el Nobel de la verdad.

En Portugal, los jefes de la granja deben de estar aterrados ante la rebelión de sus perros guardianes. Los antidisturbios se enfrentan a sus colegas de la policía, sublevados por sufrir recortes en el sueldo. Muy tonto es el sistema si no mima la economía de sus soldados. A lo peor, estos permiten a la desesperada plebe que le guillotine. La lealtad debe de estar bien alimentada.

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