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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Avispas

Twitter y WhatsApp se han situado en un mercado saturado como soluciones de comunicación no solo en expansión, sino con una enorme facilidad de juego y participación global

David Trueba

La compra de WhatsApp por Facebook consolida un gesto ya reconocido en la nueva merienda de negocios virtuales. Pueden llamarlo pelotazo, pero es a lo que aspiran muchísimos emprendedores en el terreno de las nuevas tecnologías. Estrategia inatacable desde un punto de vista empresarial, tiñe de sospecha a muchas de las marcas que pugnan con hacerse un nombre en la Red. Negocios algunos dotados de más impulso entusiasta y fe a raudales que beneficios reales, pero que aguardan a que alguna empresa mayor venga a engullirlas en su desesperada necesidad de presencia en el mercado, de ideal de competitividad y de imagen de innovación.

Twitter y WhatsApp se han situado en un mercado saturado como soluciones de comunicación no solo en expansión, sino con una enorme facilidad de juego y participación global. Si Facebook se interesa por WhatsApp es porque reconoce la implantación del móvil telefónico como primordial objeto de negocio, algo evidente tras el exitoso Congreso Mundial de Barcelona. Hoy por hoy el móvil es imbatible y nadie le disputa el reinado en la intimidad y flexibilidad del usuario. Todo lo que no termine en un móvil se dice que fracasará en los próximos tres años. Y será la evolución del teléfono móvil mismo la que marcará el desarrollo tecnológico de los próximos tiempos. El precio pagado por Facebook no es un disparate si lo que intenta es trasladar a los usuarios, que comienzan a estar insatisfechos y anquilosados, hacia una comunicación más viva y abierta que la de su red social.

Las cuestiones de seguridad y privacidad son despreciadas. Convertida la humanidad en vigilante y paparazi de sí misma, en la aldea transparente donde se ha forjado la Red esas cuestiones son secundarias hasta para los derechos ciudadanos, pisoteados por los servicios de espionaje nacionales. El gran reto de la adquisición es saber si por fin las grandes empresas de telefonía sabrán competir. Ya hace tiempo que los SMS son gratuitos para el usuario, pero los dueños de ese negocio se conforman con seguir facturando por el servicio primario sin ofrecer innovación y agilidad a los clientes capturados. Carecen de imaginación y riesgo, y por tanto son vapuleados por visiones más líquidas y atrevidas. El elefante siempre pierde frente a la avispa.

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