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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Picaresca

En el caso de la ropa usada hace ya tiempo que venía siendo sospechosa la magnitud del esfuerzo solidario

David Trueba

El Equipo de investigación de La Sexta se entretuvo en su última emisión en perseguir el destino de los contenedores de ropa usada que decoran nuestras calles. En España, cada vez que alguien se dedica a investigar dónde van los contenedores nos da una sorpresa desagradable. Pasó con las plantas de reciclado de basura y ha pasado hasta con muchos bancos, que eran contenedores de nuestros ahorros, pero resulta que jugaban a otra cosa. En el caso de la ropa usada hace ya tiempo que venía siendo sospechosa la magnitud del esfuerzo solidario, donde cada semana alguien informa en tu portal de que pasarán a recoger ropa usada y no es raro que en las calles de tu barrio convivan varios contenedores con lemas cargados de buenos sentimientos, que se ofrecen a solucionar los problemas de los más desfavorecidos a cambio de tu ropa sobrante.

Durante el programa pudimos comprobar que algunos Ayuntamientos ya tienen bastante con cobrar una tasa por contenedor y prefieren no hurgar en el asunto. El uso que se haga de la recogida les resulta indiferente. Por tanto, no es raro que los más avispados dejen sus contenedores de fabricación propia en algún esquinazo frecuentado y pasen a recoger la mercancía. Mucha de ella no llega al destino imaginado por el donante. Es algo así como si donaras sangre y en lugar de terminar en las unidades precisas de los hospitales, se vendiera embotellada en barras de bar. Desde empresas internacionales de grandes proporciones a pequeños depredadores, la ropa usada es un negociete incruento que alimenta mercadillos de medio mundo y que arropa bien poco a los más necesitados.

Por el camino queda la certeza de que el ciudadano no puede continuar instalado en la ingenuidad. Si en el gesto de donar su ropa usada hay algo más ambicioso que liberar espacio en su armario, haría bien en informarse con cautela y conocer el destino de las prendas. Aquí también la información es una responsabilidad personal. La buena intención cuando se delega en manos inapropiadas se convierte en una espiral turbia. Y si alguien piensa que la picaresca fue un género literario de la vieja novelística española va muy desencaminado. La picaresca es una rama de las más modernas escuelas de negocio.

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