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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Espanto

Hay personas que huyen del infierno y confían en poder vivir, o simplemente sobrevivir, utilizando el mar en su travesía hacia la presumible tierra de salvación

Carlos Boyero

Cuando la decisión de matarse es irrevocable imagino que se fantasea con el método para hacerlo, que te planteas diversas elecciones para que el tránsito a la noche más oscura sea lo menos doloroso posible. No se sabe de ninguno de esos seres devastados que haya vuelto para contarnos como le fue en el camino, qué tormento sintió su cuerpo, cuánto duró en su mente la extinción. Quiero pensar que el cóctel adecuado de pastillas puede hacerlo menos lacerante. Vete a saber. Pero hay suicidios que parecen especialmente atroces, como quemarse a lo bonzo. O meterse en el mar hasta que este te trague. Así se despedía de este mundo Martin Eden, aquel conmovedor personaje de Jack London. Él acabaría compartiendo el mismo destino que su criatura, pero no por medio del agua. El alcohólico protagonista de Ha nacido una estrella también nadaba hasta la extenuación en el mar. Virginia Woolf eligió un río.

Pero hay personas que huyen del infierno y confían en poder vivir, o simplemente sobrevivir, utilizando el mar en su travesía hacia la presumible tierra de salvación. Sabiendo los peligros que este encierra, deben de sentir tal desesperación que incluyen en el terrorífico viaje a lo que más aman, sus mujeres y sus niños.

Dios, qué fría debe de estar el agua, qué pavor sentir que ya no te quedan fuerzas para llegar a la orilla. Pero si logras aguantar, alguien te recogerá, te secará, envolverá tu cuerpo con mantas, aliviará la intemperie y el dolor que siente tu cuerpo con alimento, bebida caliente, medicinas. Lo más probable es que acaben devolviéndote a la miseria de la que pretendistes escapar. O igual hay suerte y acabas mendigando en la puerta de los supermercados, o vendiendo en el top manta, o explotado hasta la ferocidad por gente que calcula con gélica exactitud las ganancias que les pueden proporcionar esa gente clandestina que sobrevivió al viaje en las pateras.

Se supone que aquellos que les esperan en tierra y les darán refugio provisional representan a la civilización. Les denominan de forma entre exótica y surrealista. Al parecer, son fuerzas especializadas en la impermeabilización de la frontera y dicen actuar como elemento disuasorio. Dan la bienvenida a los desdichados con cartuchos de fogueo y pelotas de goma. Y se ahogan. No tengo palabras.

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