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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El miedo

Cuentan que el personal pasó mayoritariamente de la melíflua y servil entrevista en televisión (o lo que fuera, en cualquier caso teatro cutre) que le hizo Gloria Lomana al ufano timonel de la patria

Carlos Boyero

Ignoro el tiempo que le queda a la prensa escrita y a la agonía de un ritual matutino que me ayuda a quitarme las legañas del espíritu, pero sé que me faltará algo imprescindible en mi existencia el día que no pueda acercarme al quiosco (casi todos los compradores bordeamos o hemos superado la tercera edad y puedo apostar con escaso margen de error sobre el periódico que vamos a llevarnos cada uno de los que estamos allí), coger un ejemplar con razonable mosqueo a que las manos se te pongan negras y en la seguridad de que cuando hayas acabado su lectura rápida o demorada el papel parecerá haber sufrido una violación, buscar tu rincón fijo en la cafetería e informarte de las noticias del mundo, casi siempre con un rictus.

Ayer, la lectura de este periódico tenía pasajes gloriosos. La viñeta de El Roto (alguien cuyo arte cotidiano destroza la teoría de que no se puede ser sublime sin interrupción) muestra a un hombre que lee el periódico delante de un café y comenta consigo mismo: “Exhiben su patriotismo, que no le interesa a nadie, y ocultan su patrimonio, que nos interesa a todos”. Mi consuelo y mi subidón continúan con el excepcional, kamikaze y demoledor artículo De IVA y vuelta firmado por ese destroyer con causa llamado Eduardo Arroyo. Y en las cartas al director una señora cita lo que escuchó a una vecina del barrio de Gamonal: “Nos han quitado tanto que han acabado por quitarnos el miedo”. Y noto esa sensación tan infrecuente de que se me forma un nudo en la garganta (me ocurre con ciertas películas, libros, canciones y a veces en momentos terribles o maravillosos de la vida), de que existe tanta gente acorralada y con escasas cosas que perder y también otra más o menos instalada pero a la que le resulta imposible renunciar a la decencia ni a la mala hostia ante el estado de las cosas.

Cuentan que el personal pasó mayoritariamente de la melíflua y servil entrevista en televisión (o lo que fuera, en cualquier caso teatro cutre, falso y aburrido) que le hizo Gloria Lomana al ufano timonel de la patria, siguiendo la estratégica consigna de que el maná está a punto de llegar. Para todos, como no. A lo mejor, esa chusma a la que han quitado hasta el miedo, le da más de un susto al sistema. Dando sin tregua la brasa. Desde la puta calle.

 

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