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OBITUARIO

Carlo Lizzani, artesano de la edad de oro del cine italiano

Tocó todos los palos del oficio a lo largo de una carrera de más de 60 años y firmó los guiones de ‘Alemania año cero’ y ‘Arroz amargo’

Carlo Lizzani, director y guionista cinematográfico italiano, en 2012.
Carlo Lizzani, director y guionista cinematográfico italiano, en 2012.RICCARDO CESARI (CORDON)

En su casa ha dejado un mensaje: “Desenchufo la llave”. Pocas palabras, antes de irse como había vivido: cortés y discreto. Carlo Lizzani, uno de los protagonistas de la irrepetible época de oro del cine italiano, murió en la tarde del sábado en Roma. Decidió tirarse de la ventana del piso donde vivía en el barrio de Prati, un vecindario acomodado a dos pasos del Vaticano. Tenía 91 años.

Lizzani fue guionista, actor, director, crítico e historiador. Fue un hombre del cine, un hombre que entregó su vida al séptimo arte: “Viví a su servicio y me serví de él para conocer a mi país, el mundo, la historia, el novecento”, declaró en una entrevista a La Repubblica. Este espíritu de humilde y curioso artesano de la gran pantalla le hizo sintonizar con el que fue su gran amigo Mario Monicelli, siete años mayor. Con el director de La Gran Guerra compartió la visión de vida y la manera de morir. Lizzani se lanzó al patio interior de su apartamento; Monicelli del quinto piso del Hospital San Giovanni, al otro lado del Tíber, hace ya casi tres años.

Lizzani nació en Roma en 1922. Interesado desde temprana edad por el cine, ingresó muy joven en el partido comunista. Fue partisano durante la lucha para la liberación de Roma, más tarde relatada magistralmente por su colega Rossellini. Sus películas —bien fueran escritas, interpretadas o rodadas por él— le ayudaron a investigar y luego contar la realidad. Hay quienes consideran que la obra más lograda de su sostenia y prolífica producción, que no siempre raya a la máxima altura, es precisamente su opera prima, ambientada en el periodo de la Resistencia: Achtung! Banditi!, estrenada en 1951. Suyas son la trama, las palabras y las secuencias de la desesperada Alemania año cero, que Roberto Rosselini rodó en 1948. Al año siguiente escribió el guion de Arroz amargo, interpretado por Silvana Mangano y que le valió la candidatura al Oscar en 1951.

Dirigió la Mostra del Cine de Venecia desde 1979 hasta 1982. “Fueron edicciones fundamentales e inolvidables, tras los desajustes de la protesta del 68, el certamen se estructuró en la forma que conocemos hoy”, relataba a EL PAÍS Franco Mariotti, asistente de Lizzani y su redactor en la revista Bianco e Nero del centro de experimentación cinematográfica de la capital.

En junio de 2013 la prensa italiana anunciaba el próximo filme en la carrera maratoniana de un director que llevaba más de sesenta años en la brecha. El guion se titula L’ orecchio del potere (La oreja del poder), y se basa en una novela escrita en 1998 por Giulio Andreotti, el líder democristiano que consiguió la tarea, también hercúlea, de mantenerse a flote durante medio siglo en primera línea de la tempestuosa política italiana. En ella se relata la historia de un joven que a finales de la II Guerra Mundial consigue un empleo en el Ministerio de Interior: al principio en el departamento de la censura y luego en el de las escuchas telefónicas, donde se entrelazan las conversaciones que están a punto de cambiar el destino del país:o Mussolini que llama a su amante, Claretta Petacci; funcionarios del reino que conspiran con la cúpula del clero o del partido fascista.

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