Savia nueva para un viejo enredo
La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico adapta un clásico vigente de Lope de Vega como 'La noche toledana'
Inés está dispuesta a hacer cualquier cosa por recuperar a su amor, incluso aunque sus acciones acaben afectando irremediablemente a decenas de personas de su entorno. Es embustera y astuta, hábil para hacer uso de cualquier artimaña con tal de volver al lado de Florencio, su amor no correspondido. Solo que su personaje fue creado hace 400 años. Muchos ven en la protagonista femenina de La noche toledana, de Lope de Vega, casi a una feminista avant la lettre, una joven atípica en tiempos en los que en el teatro las mujeres eran quienes padecían las acciones, no quienes las provocaban. Esta obra, que se representa desde esta semana hasta el 9 de junio en el teatro Pavón de Madrid, es la elegida por la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico para poner broche a su tercera promoción.
Los responsables eligieron este clásico de Lope de Vega por no haber sido representado por la compañía anteriormente y por su capacidad para hablar de tú a tú con un público más joven, capaz de asimilar con facilidad los enredos motivados por el amor que suceden en esta comedia en una posada de Toledo en el marco de una noche. En palabras de Helena Pimienta, directora de la compañía, esta obra, "por su aspecto coral, permitía que trabajasen los 16 actores de la promoción". Unos actores, que por su edad, concordaban con el espíritu de los personajes que ideó Lope de Vega en pleno Siglo de Oro.
La intención de los responsables de la nueva versión era llevar un clásico de cuatro siglos a un punto en el que se pueda reconocer cualquier joven de cualquier época, pero sin abandonar el espíritu original. "Actualizar no significa hacer que la obra se convierta en un retrato de la juventud de hoy en día", afirma el director de la adaptación, Carlos Marchena. "Son circunstancias diferentes, pero la gente joven de hoy y la de esa época siente las mismas cosas en lo que se refiere al amor". "Sobre la obra, me gusta hablar de feromonas, que es algo normal de gente joven que se encuentra en un lugar de paso. En personas de esta edad son normales estos conflictos amorosos", añade el director.
Para acercar a los tiempos actuales La noche toledana –y para adaptarla a las necesidades de la compañía– han tenido que realizar pequeñas modificaciones en el texto de Lope de Vega. "Todos los cambios van en una dirección, para conservar el secreto, la esencia de Lope en la obra", cuenta Daniel Pérez, autor de la versión. Han eliminado algunos anacronismos "para que llegue a los espectadores de la forma más clara posible" y han cambiado el género a algunos personajes –y las rimas de algunos versos–, ya que en el texto original la mayoría de los huéspedes eran hombres.
En el siglo XVII las piezas se representaban en corrales de comedias, no en teatros al uso. Cuatro siglos después, el juego que permite la escenografía ha hecho prescindibles las alusiones al espacio, que también se han eliminado del texto original de Lope de Vega.
El autor de la adaptación, que también pasará por Alcalá y por el Festival de Teatro Clásico de Almagro, cree que La noche toledana va más allá que el típico enredo con la pertinente prescripción moral al final. "Se puede pensar que es una comedia en la que los hombres y mujeres entran y salen", cuenta Daniel Pérez. "Pero en ella Lope presenta una insumisión, que reside en la importancia de esa mujer que lleva el enredo y a la que todo el mundo acaba siguiendo. Es una reivindicación de la mujer con cualidades que entonces se le adjudicaban a los hombres: inteligencia. astucia, creatividad..."
Y esa mujer manipuladora es, en la ficción, la joven intérprete Natalia Huarte, coprotagonista junto a Francisco Ortiz. "Es un personaje al que le gusta jugar y al que le gusta gustar", dice la propia actriz. "Es diferente a otros personajes femeninos de la época. Es ella la que hace las cosas, y sabe que es la que está creando todo el enredo. Y a pesar de todo eso decide seguir con su juego". Entra en el juego, al fin y al cabo, movida por sus sentimientos. Y en eso las cosas no han cambiado ni aunque hayan pasado 400 años.
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