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Tentaciones

Proyecto ‘Tomaco’

El tomaco, fruto mezcla de tabaco y tomate, salido de un capítulo de Los Simpsons, ocupa el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporéneo MEIAC

Federico Guzmán (Sevilla, 1964) fue uno de los artistas más jóvenes de la llamada Nueva Figuración Sevillana en los años ochenta. Una estancia en Colombia, entre 1997 y 2000, le concienció de la importancia de la naturaleza y desde entonces la idea de que el arte debe ser una herramienta para cambiar la sociedad no paró de crecer y de desarrollarse.

Así se presenta Guzmán: “Soy natural de Sevilla. Me desempeño como artista visual entre lo analítico, lo poético y lo fantástico. Tengo una obra diversa que se escapa voluntariamente de las clasificaciones evidentes. Conjugando el trabajo individual con el colectivo, actúo en territorios como la cultura libre, los derechos humanos y la ecología, buscando suscitar conciencia y responsabilidad social. Concibo mi arte como una forma de servir al mundo y como una vía ilimitada de conocimiento y realización”.

En el año 2005 mientras comía en un bar acompañado desde la televisión por Los Simpons tuvo una especie de revelación A mí no me gustan Los Simpsons ni tampoco tengo tele en mi casa. Sin embargo ese capítulo me impactó. En la fábula Homer se hace agricultor y vierte en la tierra mineral radiactivo. De manera accidental descubre el tomaco, un híbrido mutante de tomate y tabaco. Todo el que lo prueba se vuelve peligrosamente adicto. El tomaco es una droga poderosa. Justo cuando Homer está a punto de ganar cien millones de dólares con la venta del tomaco, unos aterradores animales adictos destruyen sus planes. Luego me enteré que Rob Baur, un agricultor y fan de los Simpsons de Oregon, probó a injertar tomate con tabaco en su granja produciendo el quimérico tomaco. La noticia se difundió por internet y así llegó a mis oídos el exótico nombre y la inesperada leyenda de la planta”.

Fragmento de un capítulo de los Simpsons en el que aparece el Tomaco.

El tomate, sustancioso alimento, es el cuerpo; y el tabaco, planta sagrada y alucinógeno chamánico es el espíritu

En ese momento empezó a fraguarse el proyecto Tomaco. La planta del tomate (Solanum lycopersicum) y la del tabaco (Nicotiana tabacum (tabaco) pertenecen a la misma familia, las solanáceas, lo que permite su injerto. “Siguiendo la llamada de esta mata he aprendido que el tomate y el tabaco son plantas originarias de la cordillera de los Andes en Abya Yala, ‘la tierra en plena madurez’ como la gente Kuna han llamado ancestralmente al continente americano, donde se han cultivado desde hace milenios. Uniendo sus tallos y compartiendo su clorofila, las frutas de tomate crecen en raíces de tabaco, y funden sus nombres, mitos y genealogías. El tomate, sustancioso alimento, es el cuerpo; y el tabaco, planta sagrada y alucinógeno chamánico es el espíritu. El alimento del tomate y la medicina del tabaco coexisten discurriendo por su savia. Me preguntaba si la unión de ambas plantas encarnaría la alineación de corazón y mente que me guiaría en la sabiduría. Tenía que probar en primera persona las propiedades del enigmático tomaco. Con esta semilla plantada en la imaginación comenzó todo el proceso”.

Guzmán localizó plantones de tabaco en Santa Fé en Granada y de tomate en Los Palacios, Sevilla y empezó a injertar las plantas en su casa. Tras varios intentos algunas matas agarraron e incluso llegaron a dar fruto. En los meses siguientes pintó y dibujó y compartió ideas con amigos artistas, jardineros, antropólogos, y chamanes. “En la primavera de 2005 y gracias a la invitación de Carlos Angulo surgió la oportunidad de ampliar la investigación con un cultivo de tomaco en su finca, la Nueva Florida en Dos Hermanas, una hacienda de olivar muy cerca de Sevilla” . Con su ayuda y mucho trabajo a lo largo de la primavera vieron crecer las plantas con alegría.

El resultado es una planta de fruto comestible y con hojas fumables. “Como alimento, el espíritu de la planta nos habla de una Tierra abundante y capaz de alimentar a sus hijos, que el mercantilismo y los intereses de unos pocos poderosos están condenando al hambre. Por su parte, el espíritu del tabaco habla de una sociedad enferma, consumida por las adicciones que para sí misma ha creado. A veces somos como la palabra navajo chindi: fantasmas hambrientos. Cuando Carl Jung visitó a los indios pueblos en los años veinte, el caballero indígena con el que conversaba dijo: ‘vosotros los blancos sois como saltamontes hambrientos. Nunca os asentáis. Llegáis, devoráis y os desplazáis a otro campo’. Y dijo: ‘nosotros lo tenemos todo aquí, hemos llegado. Vosotros estáis siempre desasosegados”.

Tomaco Bamba Wote, de Moakara. Composición de Pililli Narbona. Concepto y edición vídeo Federico Guzmán.

Desde entonces hasta ahora han transcurrido ocho años y el tomaco es toda una realidad que se puede conocer en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporéneo MEIAC hasta el 9 de abril. Un proyecto patrocinado por la Fundación Ortega Muñoz y la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura que incluye dibujos, grabados, fotografías y vídeos, además de una espectacular intervención en las paredes del museo.

He comprendido que no creamos el arte sino que es el arte el que nos crea a nosotros”

“Es la primera vez que se expone el proyecto completo. El tomaco ha sido un camino de aprendizaje. Avanzando en el camino, poco a poco, me he encontrado con gente-planta. Antiguamente no era tan raro que la gente se convirtiera en planta. Los antiguos sanadores vegetales conocían estas historias. Los viejos médicos sabían. Que este árbol era una niña, que esa flor había sido un niño. Esas cosas son verdad y su misterio todavía nos encanta. Dibujar plantas me conecta con la esencia de la vida. Creciendo como artista he pintado plantas de pequeñas a grandes. He dibujado semillas y hojas, plantado verduras y pintado árboles, he comido frutas y fumado flores. He dejado que las plantas dibujen a través de mí aquello que no se pensar. Dibujando me he dejado llevar y, en un momento mágico, figura y fondo se han intercambiado. He comprendido que no creamos el arte sino que es el arte el que nos crea a nosotros”.

Debemos trabajar comprometidos con la vida en la perspectiva de construir un paisaje social, ético, estético, político que nos permita hilar sueños, luchas y esperanzas.

"Buscaba un hilo conductor para narrar las experiencias espirituales que me han revelado las plantas mágicas, el encuentro con chamanes en España y Colombia y la profunda experiencia humana del desierto en el Sáhara Occidental. He plantado el tomaco en un paisaje de armonía y lo he visto crecer con alegría. Mirando su recorrido en el tiempo imagino el paisaje de sus ancestros en Abya Yala y pienso en historicidades fronterizas diversas, en tiempos no marcados por la linealidad historicista de occidente. Temporalidades cíclicas, espirales, que tienen otra visión del tiempo, como en las sabidurías andinas, donde el pasado está adelante, porque es un tiempo vivido y conocido, y el futuro está detrás, en la espalda, porque es un tiempo que aún no nace. Recuerdo las palabras del anciano guaraní Karai Miri Poty recogidas por Patricio Guerrero Arias: 'debemos aprender a ser puentes para una nueva existencia'. Es verdad, debemos trabajar comprometidos con la vida en la perspectiva de construir un paisaje social, ético, estético, político que nos permita hilar sueños, luchas y esperanzas. La existencia y la felicidad como horizontes de nuestro trabajo. Sumak Kawsay, el buen vivir, en idioma quechua, que nace de la alegría del corazón".

El viaje de Guzmán no acaba aquí. Su intención es seguir buscando nuevas formas de ver el mundo. "Mis objetivos son dos, por una parte el cientificismo materialista, que tiene una visión reduccionista y mecanicista del mundo, y de otro lado, el pensamiento esotérico acrítico que desdeña la tradición científica. Yo apuesto por una lógica poética o artística que incluye la dimensión espiritual y que es una descripción más verdadera y completa del mundo que una descripción puramente científica. Pero al mismo tiempo, la tradición científica tiene que ser incorporada a esa descripción. Trato de volver a injertar esas dos corrientes o tradiciones occidentales en una sola. Nuestra cultura necesita eso, lo que tenemos es una especie de enfermedad".

En esa misma línea, Guzmán ha trabajado anteriormente en proyectos como la Cápsula de tiempo Córdoba, el museo de la calle, Copilandia, El latido de la Tierra o Artifariti en Sevilla, Extremadura, Colombia y el Sáhara Occidental. Desde hace cinco años colabora con ARTifariti, el festival de arte y derechos humanos en el Sáhara Occidental. "En la actualidad se está construyendo la nueva Escuela Saharaui de Artes en el campamento de refugiados de Bojador, en Tinduf. El primer curso comienza en septiembre y me encantaría ser profesor allí".

Tomaco en el MEIAC

Badajoz. MEIAC. Calle del Museo, 5. Hasta el 9 de abril. Abierto de martes a domingo, de 10.00 a 13.30 y de 17.00 a 20.00. Cerrado lunes, fiestas nacionales y locales y de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Gratis.

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