Chipreología
La economía es un arma de doble filo que al mismo tiempo que lo explica todo, lo deja todo en suspenso
Desde el estallido de la crisis financiera han funcionado con precisión los mecanismos psicológicos. Hasta el punto de que cualquier variación es más interesante observarla desde la psicología de masas que desde cualquier otro perfil. Así, la economía es más bien un arma de doble filo que al mismo tiempo que lo explica todo, lo deja todo en suspenso, pendiente de las consecuencias siempre impredecibles. Por más que nos atosigan con los resultados del día en la Bolsa, ya sabemos que oscila del pánico a la remontada como si fuera un equipo de fútbol entrenado por un psicótico. Chipre es un país lo suficientemente pequeño para que se juegue con él a las canicas, más con la intención de amedrentar al resto de vecinos del sur que de abrir una crisis fundamental para el euro.
Todas las bolas del casino europeo se juegan aplazadas a septiembre, cuando lleguen las elecciones en Alemania y la psicología de sus votantes dejen de ser determinantes en el discurso de la cúpula de la UE. El mensaje mientras tanto no variará un ápice de austeridad, rigor contable y dolor para todos aquellos que gozan de más de 300 días de sol al año. La amenaza sobre la garantía bancaria podría considerarse como un gatillazo de aviso, donde vuelve a quedar claro que todo es relativo. Por eso cada vez que los españoles reciben un mensaje sobre la solidez de sus ahorros en los bancos, en realidad tienen que entender algo más sutil: no habrá paz para los desobedientes.
La realidad de otro paraíso fiscal entre fronteras comunes, que provoca la insolidaridad general con el caso chipriota, se puede hacer extensible a esa surrealista desigualdad fiscal que campea en Europa, propiciando por ejemplo que empresas como Apple o Google presenten liquidaciones humorísticas en la Hacienda española y cuyas carcajadas contables se celebran en Irlanda. Este disparate se reproduce entre regiones, sumada a la City británica ejerciendo de piedra en el zapato. Por eso la lectura en ruso de la crisis de Chipre puede ser más interesante que la propia lectura europea, a juzgar por la nacionalidad de los ahorradores. Pero añade un efecto psicológico destinado al renovado Parlamento italiano y la próxima huelga en Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.