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OBITUARIO

Gabriel Rojas, empresario y criador del toro ‘Flautino’

Fue presidente del Sevilla entre 1984 y 1986

Antonio Lorca
Gabriel Rojas Fernández, en 1984.
Gabriel Rojas Fernández, en 1984.PABLO JULIÁ

Gabriel Rojas Fernández (Sevilla, 1922) era un hombre respetado. Y respetable. Fue un empresario de éxito, constructor y hostelero, y también rociero, sevillista y hermano distinguido de la Hermandad de la Macarena. Fallecido el miércoles pasado, fue un sevillano típico, pero no tópico. Un trabajador incansable, un hombre serio, de gesto adusto y trato exquisito, que allá por el año 1973 decidió hacerse ganadero de reses bravas, y un toro de nombre Flautino, lidiado en 1984 por Curro Romero en la plaza de la Maestranza, lo colmó de prestigio.

Para entonces, ya era un empresario reconocido en el sector de la construcción. Fue un promotor destacado del sevillano barrio de Los Remedios y uno de los protagonistas del boom inmobiliario de Chipiona, considerada como la playa de Sevilla.

De la construcción pasó a la hostelería, y, actualmente, contaba con cinco establecimientos en varias provincias andaluzas. Tuvo tiempo, además, para dedicarlo a su equipo del alma, el Sevilla FC, del que fue presidente de 1984 a 1986; y mantuvo siempre unas profundas raíces religiosas: fue hermano mayor de la hermandad del Rocío de Sevilla, y devoto ferviente de la Hermandad de la Virgen Macarena.

Por encima de todo Rojas nació empresario, dedicó su vida al trabajo y no conoció más hoja de ruta que el esfuerzo diario. Se casó en 1946 con Dolores Jiménez-Becerril y el matrimonio no tuvo hijos, aunque sí sobrinos, algunos de los cuales le acompañaron en su carrera empresarial, y otro, Alberto Jiménez-Becerril, acogido por sus tíos desde su infancia, prefirió la política. El asesinato de Alberto —teniente de alcalde de Sevilla— y su esposa, Ascensión, el 30 de enero de 1998, a manos de ETA, fue un golpe del que el matrimonio Rojas no se recuperó.

Si con la construcción alcanzó el éxito profesional, el reconocimiento social le llegó de la mano de los toros. Se hizo ganadero en 1969; compró entonces la ganadería de Concepción Concha y Sierra, pero decidió cambiar el encaste en 1973, cuando se hizo con el hierro de Flores Cubero Camará, de procedencia Carlos Núñez. Poco a poco fue criando un toro al gusto del toreo de los años ochenta, y su ganadería se convirtió en una de las preferidas de las figuras de la época, entre ellas Curro Romero. El 30 de abril de 1984 salió por los chiqueros de la Maestranza un precioso animal de nombre Flautino que le devolvió la vida a un alicaído Faraón de Camas. Le cortó las dos orejas, supuso una nueva entronización del torero sevillano, y hubo un detalle, un desplante espectacular de Curro a su oponente, que captó —esta vez, sí— la cámara de Agustín Arjona y que sirvió como modelo para el monumento a Romero que se levanta en los aledaños de la plaza sevillana.

Flautino coronó de torería a Curro y elevó a los altares a su criador, quien pasó a llamarse don Gabriel y a ser más reconocido por su faceta taurina. Pero no fue este el único éxito del ganadero. Nueve años más tarde, en Málaga, José María Manzanares alcanzó un triunfo de clamor con dos toros de este hierro, y su compañero de cartel, Curro Romero, a quien muchos ya querían jubilar siete años antes de su retirada, volvió a reverdecer laureles de su categoría torera. Aún, en 1994, Finito de Córdoba indultó en su plaza natal al toro Tabernero.

Como en todas las ganaderías, los años pasaron factura y atrás quedaron los éxitos de antaño. No menguó nunca, sin embargo, la afición de don Gabriel, quien acudía puntualmente a la plaza sevillana y a algunas de las citas taurinas del año. Una de las últimas fue su presencia en la corrida Goyesca de Ronda de este año.

En 2001 falleció su esposa y Gabriel Rojas ya no fue el mismo. El lunes, ingresó en el hospital Nisa de la localidad sevillana de Castilleja de la Cuesta para tratarse una anemia que padecía, y una parada cardiaca desembocó en un fallo multiorgánico. Gabriel Rojas había cumplido 90 años el pasado día 4. Murió en la noche del pasado miércoles, y, ayer, lo enterraron en el panteón familiar del cementerio de San Fernando.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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