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OBITUARIO

Eva Figes, escritora silenciosa de poderosas palabras

Sus obras muestran un mundo de personajes consumidos por el dolor

La escritora Eva Figes, en 1993.
La escritora Eva Figes, en 1993.CORDON PRESS

El corazón de Eva Figes, que había sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial y al Holocausto, que había visto desaparecer a sus seres queridos durante el nazismo, que tuvo que dejar atrás su Berlín natal e iniciar una nueva vida en Inglaterra, se cansó el pasado 28 de agosto y nos dejó un legado artístico de valor incalculable.

Eva Unger (Berlín, 1932) nació en una familia de judíos alemanes asimilados de clase media-alta. Fueron sus orígenes raciales los que les obligaron a emigrar a Reino Unido tras el estallido de la II Guerra Mundial, una vez que su padre consiguió escapar del campo de concentración de Dachau en el que fue confinado tras La Noche de los Cristales Rotos. Siendo una niña, tuvo que enfrentarse a la pérdida de sus abuelos maternos, que fallecieron en el campo de concentración de Trawnki, y a los prejuicios antisemitas que imperaban en Inglaterra. Sin embargo, hizo de las islas su nuevo hogar.

En Londres vivió la mayor parte del tiempo y desarrolló su actividad artística; allí se graduó en 1953, se casó con George Figes, del cual se divorció en 1963. En el momento de su muerte, residía en el norte de Londres; sus hijos habían seguido sus pasos convirtiéndose en escritores y académicos de reconocida reputación en Reino Unido y le habían dado el mayor de los regalos: ser abuela de cuatro nietas.

Su carrera se extiende a lo largo de cinco décadas, con 13 novelas, tres obras autobiográficas, cuatro trabajos críticos, relatos breves, obras para radio y televisión, cuentos infantiles y numerosos ensayos de crítica social. Novelas como Winter journey, Days, Waking, Nelly’s version, Light; obras de carácter más autobiográfico como Tales of innocence and experience y Journey to nowhere (su último trabajo, publicado en 2008); u obras críticas como su aclamado manifiesto feminista Actitudes patriarcales (1970) son buena muestra del estilo complejo y fragmentado heredero del modernismo que impregna toda su obra y nos dan acceso al mundo interior de personajes consumidos por el dolor de la guerra, la soledad, por un pasado traumático del que no consiguen huir.

Quizás este difícil estilo literario, la complejidad de las experiencias que narraba o sus raíces extranjeras contribuyeron a relegar a Figes a una posición secundaria dentro del canon literario contemporáneo. Aunque algunas de sus novelas obtuvieron relevantes premios como el Guardian Prize (1967) y a pesar de que en los setenta fue una de las precursoras de la segunda ola del feminismo en Reino Unido, no fue hasta 2009 cuando la British Library reconoció la vital importancia de su legado adquiriendo los derechos de todos sus archivos. Asimismo, durante los últimos años su nombre comenzó a escucharse con fuerza de nuevo en el ámbito cultural británico tras la publicación de sus obras más autobiográficas y a su vez más controvertidas y políticas —en ellas atacaba ferozmente la política israelí en Palestina o las acciones de EE UU—.

Como ella decía, “escribir me hacía sentir más viva”. Un espíritu que sigue vivo en su obra y que puede darnos importantes claves para entender algunos de los episodios más traumáticos de nuestra historia reciente y esa fragilidad del ser humano que siempre quiso retratar.

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