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El erotismo del rock en 25 portadas Sensuales, machistas, transgresoras, reivindicativas, impublicables o directamente absurdas. Recorrido en imágenes por algunas de las carátulas más controvertidas de la música popular Alguien se deja olvidado un guante de cuero en el apartamento de un fotógrafo y a este no se le ocurre mejor idea que pedirle a su novia que pose para él desnuda. Solo cuero y trasero, perfecto para la portada del primer disco de cinco chavales que adoran a la Velvet Underground y al fetichismo de su canción 'Venus en pieles'. En su día fue demasiado para la mentalidad biempensante norteamericana post 11-S y fue censurada en Estados Unidos. Natural o no, lo que se esconde detrás de estos pantalones causó revuelo en su día. Sin embargo, los vendedores de discos se preocuparon más por lo que sí se mostraba. En el diseño original de Andy Warhol el grado de detalle era tal que en las primeras ediciones en vinilo se estampó una cremallera auténtica encima de los vaqueros. Una verdadera pesadilla a la hora de apilar las copias, ya que arañaban y deterioraban los otros discos de los estantes. Por si la idea de un subterráneo de terciopelo no resultaba suficientemente cargada de connotaciones sexuales, Warhol diseñó una portada para sus pupilos en la que el archiconocido plátano venía acompañado, en algunas ediciones, de la siguiente leyenda: 'Pelar despacio y ver'. No es de extrañar que Ali G (encarnación del irreverente Sacha Baron Cohen antes de convertirse en Borat) aprovechara su espectáculo en Channel 4 para reprochar a Jarvis Cocker, cantante de Pulp, que su nuevo disco no era “nada 'hardcore”. Y es que detrás de esta portada y su consiguiente título, se esconde una canción con un tono más telenovelesco que pornográfico. De nuevo un primer plano; en este caso femenino. Seguramente, la aparición en la portada de un disco de una mujer en bikini en los años noventa no escandalizase demasiado. Quizás centrar el plano en sus partes íntimas y calzarle a la modelo una bandera de Estados Unidos le diera un toque más picante, pero lo que es seguro es que un pequeño detalle, más “natural”, como es lo que sobresale por las ingles, iba a traspasar la finísima línea del buen gusto de los censores. ¿Solución? Se recorta la foto de forma triangular, se pone un fondo negro y se salva la bandera. La música de Hendrix pertenece a la generación del amor libre, el movimiento hippy, Woodstock y demás. Por eso debieron pensar en su discográfica que qué mejor forma de ilustrar el concepto de álbum que juntando a un buen plantel de señoritas carentes de ropa. Según parece, no solo disgustó a las autoridades competentes sino que tampoco convenció al propio Hendrix, que quería utilizar una foto de una tal Linda Eastman (futura señora de McCartney) rodeada de niños. A los fans de Gainsbourg no les quedaba otra que estar precavidos. Tras el éxito de la canción 'Je t’aime… moi non plus', donde pidió a su joven amante Jane Birkin que cantara unos versos con alta carga sexual de una forma que pareciera aún más joven, ambos volvieron a colaborar en este álbum sobre un romance entre dos personas de muy diferente edad. La portada, con Birkin desnuda de torso hacia arriba arropada por un peluche no podría funcionar mejor como advertencia de lo que había en el disco. Madonna en esto es una experta, tal y como está demostrando en su última gira, donde no se corta a la hora de enseñar carne alrededor del mundo. Cuando lanzó 'Erotica' en 1992 ya sentó precedente, pero ninguna portada suya ha sido tan explícita como la de este ‘Hard Candy’ de 2008. Las portadas de los dos primeros discos de The Cars tienen un nexo común. En ambas aparecen dos figuras: un coche y una mujer; y en las dos resulta que el coche llama mucho menos la atención que la chica. En este caso es tan evidente que, mientras que la figura femenina se retrata en toda su voluptuosidad, el vehículo apenas aparece representado por unos simples trazos. Si nos fiamos de la Wikipedia, Grace Jones tiene hoy 64 años. Si nos acercamos a verla más de cerca, en carne y hueso, y a juzgar por su figura, sus ajustadísimos vestidos y sus aeróbicos bailes, eso parece bastante improbable. Qué mejor forma, debió de pensar la chica Bond, de celebrar el lanzamiento de su primer 'Grandes Éxitos' que presumiendo de escultural silueta. Difícil recrear una imagen más erótica, aunque ojo, que tiene truco. La portada en sí no tiene nada de sexual. La mirada del melómano pensará antes en el homenaje al 'White Album' de los Beatles que en cualquier otra cosa. Sin embargo, el sexo no es solo algo visual, y la fuerza de las palabras puede ser más provocadora que según qué imágenes. Eso les pareció a las cadenas de grandes almacenes estadounidenses cuando recibieron las primeras copias del disco. La polémica gira en torno a la interpretación del título, ‘Suck it and see’, que en inglés británico significa algo tan inofensivo como “prueba y verás”, mientras que en inglés estadounidense se entiende en su sentido literal, “chupa y verás”. El 'sex appeal' de los Beatles como conjunto es algo que no tiene discusión, o por lo menos, eso dan a entender los berridos de las quinceañeras de la época. Uno por uno, su atractivo físico ya era otra cosa. Tampoco parece probable que Yoko Ono haya aparecido en algún 'top' de las más deseadas, por mucho que se empeñe en enseñar escote ahora que tiene una edad. Escuchando los escarceos experimentales de Lennon en solitario durante el ocaso de la banda, resulta ardua tarea determinar el motivo que pudo llevar a alguien a comprar esta rareza. ¿Afán completista? ¿Morbo? ¿Atracción sexual? Una mujer posa con el torso desnudo y una falda flamenca delante de un crucifijo. Podría ser la portada de algún disco de Madonna, pero responde al primer trabajo de los Pixies. Black Francis, que a lo largo del disco chapurrea algunas frases en castellano sin demasiado sentido aparente, alegó que había escrito las canciones en el “spanish topless bar” de su padre -sea lo que sea que eso signifique- para explicar el significado de la fotografía. ¿Qué tiene esta portada de sexual?, se preguntará el lector. En principio, no demasiado. En este caso Lou Reed se decantó por dejar lo fuerte para el final, para la contraportada. Por si el despistado oyente no se había hecho aún una idea de cuál era el concepto de este disco de viciosos y paseos por el lado salvaje, junto a los títulos de las canciones podía encontrar una descripción más gráfica. En la fotografía aparecía un simpático transeúnte aparentemente muy concienciado sobre el lado hacia el que cargan sus pantalones. Es fácil criticar la poca originalidad de las bandas de rock para confeccionar una portada sugerente. En la mayoría de los casos, parecen pensar que lo más impactante es también lo más evidente. Por eso fotos como esta sirven como justificación de que existe algo más. Sensual y desconcertante al mismo tiempo, la imagen de esta chica dando el pecho a un tigre de peluche fue el punto de partida de la discografía de la banda escocesa. Atención especial al cromatismo de la imagen, que quedaría patentado con sus posteriores lanzamientos como marca de la casa. Al bueno de West le gusta dar que hablar. Si sus canciones o sus declaraciones no resultan demasiado subidas de tono, siempre puede reclutar a Pamela Anderson para aparecer en uno de sus videoclips o presentar al mundo cosas como esta. El rapero clamó al cielo cuando le pusieron trabas por el dibujo y dijo no entender por qué Nirvana podía poner un niño desnudo en la portada de 'Nevermind' y él no podía mostrar una ilustración de sí mismo con aspecto demoniaco manteniendo relaciones con una criatura alada con cola y sin brazos. Si la banda liderada por Morrisey y Johnny Marr buscaba dar un golpe de efecto que impulsara el lanzamiento de su primer disco, no podría haber elegido mejor portada. En un mundo tan machista como el del rock, jugar con la ambigüedad sexual no era un terreno seguro en los ochenta, por mucho que Bowie hubiera abierto camino antes. El debut homónimo de The Smiths muestra un fotograma de 'Flesh', película salida de la factoría Warhol protagonizada por un joven bisexual que se prostituye para pagar el aborto de su mujer. Los angelinos nunca fueron lo que se dice muy finos. Siguiendo esa tónica, seguro que les pareció de lo más normal la portada propuesta para su primer disco: una mujer tendida en una acera con aparentes signos de haber sido violada por una especie de robot psicosexual bajo la atenta mirada de una criatura de aspecto inclasificable con la lengua fuera. La versión que llegó a las tiendas no tenía ninguno de estos ingredientes. Con el paso del tiempo, las portadas de los discos del duque blanco han sido asimiladas por el imaginario colectivo sin demasiada dificultad, lo que no significa que el camino no fuese traumático. En plena era 'glam', fotos como la de la portada de 'The Man who sold the world' desconcertaron al personal por su fuerte carga andrógina. Sabido es, además, que para la sesión del disco 'Hunky dory', Bowie se inspiró en unas fotografías de Marlene Dietrich a la hora de posar. La banda de Brett Anderson recuperó el viejo truco de la androginia en la portada de su primer LP, y a pesar de que se publicó en plena década de los noventa, dio que hablar. En el advenimiento del 'britpop', Suede se desmarcó de sus futuros compañeros de generación apostando por una vía más transgresora que los demás. El propósito de esta fotografía, inspirada en un libro de fotografías lésbicas, era jugar a la confusión de sexos, y visto el resultado se puede decir que cumplió su labor. No se conoce hasta el momento la existencia de una etiqueta musical denominada como rock heterosexual, pero sí de la de ‘gay rock’, que es como se suele denominar el estilo de Scissor Sisters. No parece que les importe demasiado, y prueba de ello es que eligieran esta fotografía de Robert Mapplethorpe (que ya retrató a Patti Smith en su disco ‘Horses’) para presentar su penúltimo trabajo, ‘Night Work’. Las nalgas en cuestión pertenecen a un bailarín que responde al nombre de Peter Reed. Los Rolling Stones de los bajos fondos llegaron a ser más provocadores, más andróginos, más canallas y más 'glam' que muchos de sus contemporáneos, pero nunca más conocidos. Su tragedia no solo se reflejó en las ventas sino también en las sucesivas bajas de sus componentes, que poco a poco fueron sucumbiendo a sus adicciones y a la mala vida. Pero cuando todos los demás se limitaban a jugar a ser transgresores, ellos se convirtieron en auténticas drag queens a base de maquillaje, ropa de mujer y zapatos de tacón. Morrissey siempre ha jugado a la confusión. El debate sobre su sexualidad aflora cada cierto periodo de tiempo sin que nadie se atreva a dar una respuesta en firme. En cualquier caso, a él parece gustarle echar leña al fuego, pero siempre manteniendo la elegancia. Como en la portada de este álbum, donde aparece con el torso desnudo, viril pero vulnerable. Otro detalle que subió el termómetro de la controversia fue el micrófono que sostiene a la altura de su pelvis y donde algunos quisieron ver referencias veladas a otra cosa. Como para otros compañeros de generación y de escena -véanse sus archirrivales, los Red Hot Chili Peppers- el sexo representa un auténtico modo de vida para Jane’s Addiction. En la portada, realizada por su vocalista, Perry Farrell, se muestra la fotografía de tres muñecos de papel maché a escala real –uno de ellos el propio Farrell- desarrollando una sesión de prácticas amatorias.