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Antón Reixa, un viejo punki al frente de la SGAE

El voto de los editores decanta definitivamente el resultado La institución busca recomponer su imagen tras los escándalos de corrupción

Daniel Verdú
Antón Reixa es felicitado por el director de cine Miguel Hermoso tras su elección como nuevo presidente de la SGAE.
Antón Reixa es felicitado por el director de cine Miguel Hermoso tras su elección como nuevo presidente de la SGAE.Carlos Rosillo

Ha tenido tiempo de pensar la frase. Durante la larga semana y media de pactos y reuniones, incluso cuando no estaba tan claro que lo fuera a conseguir, debió imaginarse este momento miles de veces. Así que apretó el papel en el que llevaba sus notas y lo soltó: "Hemos leído el pasado en clave de autocrítica. Aquí nace una nueva SGAE". Antón Reixa (Vigo, 1957), quien un día enarboló la bandera del punk, cineasta, escritor y productor televisivo, puede añadir a partir de esta tarde a su ecléctico currículo el cargo de presidente de la SGAE.

El hombre que ha prometido pedir cuentas a Teddy Bautista en los tribunales sobre su millonaria pensión, que no piensa dedicarse exclusivamente a su nuevo puesto y que rebajará su sueldo a una sexta parte de lo que cobraba su antecesor (unos 60.000 euros), gobernará los próximos cuatro años la entidad de gestión de derechos de autor más importante de España. Eso sí: la pelea por el cetro de la SGAE ha sido dura... y no se descarta que siga siéndolo.

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Los 37 miembros de la junta directiva que esta tarde acudieron a la reunión llegaron sobre las 15.30. Se palpaba la tensión, las facciones eran claramente identificables. Quizá quienes más tranquilos entraron en la sala Manuel de Falla para votar fueron los editores, que nada más aparecer, en boca de Álvaro de Torres (Warner), anunciaron que pensaban apoyar en bloque a Antón Reixa. La filosofía, dicen ellos, era no cambiar el sentir mayoritario de los autores y ese era que ganara el líder de Aunir. Se desvelaba así parte del misterio. Pero en la casa de los autores nunca se sabe.

La votación, aunque secreta, revela una tendencia anunciada. El nuevo presidente obtuvo 24 apoyos; es decir, los 13 con los que se presentó a la reunión, los ocho de los editores y tres más (presumiblemente de la candidatura que lideró Jaume Sisa y que contaba con 6 representantes). José Miguel Fernández Sastrón consiguió 11 apoyos, los nueve suyos más dos. Las dos abstenciones corresponderían a Manuel de la Calva (que se presentó con la candidatura Centrados) y a un miembro del grupo de Sisa.

"Queremos una SGAE discreta, no presidencialista, que colegie al máximo su gestión. Podéis venir aquí cada semana [dijo a los periodistas], pero que no sea por el morbo. El morbo se ha extinguido", lanzó el ganador ante una nube de flases. Reixa apuntó sus prioridades: revisar el presupuesto de 2012, realizar un plan de eficiencia, solventar el problema de Arteria, rebajar las atribuciones del presidente y... revisar los estatutos. Y ese último aspecto puede ser clave para que su presidencia sea tranquila.

Porque hasta una hora antes de entrar a la reunión, no estaba claro si iba a poder ser nombrado en el cargo debido a uno de los artículos del nuevo reglamento. Según este apartado, cuya validez ha defendido esta última semana Fernández Sastrón (durante la reunión intercambiaron informes jurídicos), Reixa no podría entrar en el consejo de dirección. El argumento, aunque deberá ser estudiado por los servicios jurídicos, no convenció a la mayoría de la junta, cuyos miembros, en privado, se han mostrado estos días cansados de líos y trabas y han apostado por dar su apoyo al cabeza de lista de la candidatura con más representantes. "La junta directiva esperaba cualquier cosa menos una trifulca jurídica", señalaba el presidente electo.

Antón Reixa tiene que formar ahora un equipo de gestión y dejarse aconsejar por los trabajadores de la casa, que se han mantenido durante este proceso en un exquisito e imparcial segundo plano. Ayer les dio las gracias varias veces. Javier Vidal (el jefe de la delegación noroeste de SGAE) será su Jefe de Gabinete. Para el cargo de director general (el más importante por debajo del presidente para gestionar un ente que mueve 250 millones de euros al año), su candidatura asegura que la intención es organizar un concurso público para buscar a un ejecutivo independiente.

La SGAE asume ahora el difícil reto de enterrar el pasado y dedicarse a sus problemas. Entre otras cosas tendrá que negociar una compensación por la polémica copia privada, participar activamente en la reforma de la Ley de la Propiedad Intelectual o definir su papel en la aplicación de la ley Sinde-Wert. Y lo más importante, intentar limpiar su dañada imagen pública a través de una gestión más transparente y una relación más amable con sus clientes (aquellos a los que se cobra por hacer uso de la obra de sus autores). Pero todo eso será, casualidades del rock and roll, después de que Reixa suba de nuevo a un escenario. Será este sábado, en Ourense, para celebrar los 30 años de su grupo Os Resentidos. Un viejo punki entra en la SGAE.

Fumata blanca... por ahora

El plan era entrar a las 15.30 y finiquitar el asunto alrededor de las 18.00. La comparecencia del nuevo presidente se había anunciado sobre esa hora. Pero como suele pasar con las cuestiones de la SGAE, todo se complicó y hasta pasadas las ocho no hubo fumata blanca.

Según algunos asistentes la reunión fue bastante tensa. DOM, el grupo de José Miguel Fernández Sastrón —que prefirió no hacer declaraciones—, quiso que primero se eligiera a los miembros del consejo de dirección y no al presidente de la junta directiva. Si lo hubieran logrado, Reixa habría podido quedarse fuera del consejo y por lo tanto, no hubiera tenido ningún sentido que presidiera la junta. Así que se votó sobre esa posibilidad y los de Sastrón perdieron por 26 a 11. Luego se eligió al líder de la junta directiva.

Solventado ese escollo, se volvió a poner encima de la mesa el problema estatutario que según el líder de DOM impedía a su rival alcanzar la presidencia (ya había sido nombrado). Reixa se comprometió a mediar con el Ministerio de Cultura (que ha tutelado la reforma estatutaria) para modificar de nuevo el reglamento con el fin de que todo cuadre. El problema es que, tal y como se celebró la votación, Sastrón ha perdido un miembro en el consejo que ha tenido que ceder a su adversario para que este pueda presidir ambos órganos. Algo que a él, claro, le debe sonar a pitorreo.

Hubo incluso intercambio de informes jurídicos avalando ambas posturas. Pero parece que ninguno se marchó convencido de la tesis del otro. Reixa quitó hierro al asunto a la salida. Había ganado y la junta, por una mayoría de más del doble de votos que Sastrón y cansada de eternos pleitos entre autores, le respaldaba. Pero algunos creen que la pelea no ha terminado aquí y que la decisión podría ser impugnada. Cosas de la SGAE.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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