"No soy un chorizo, soy un ladrón"
El ladrón de arte no se vanagloria de sus hazañas, más bien se siente orgulloso de que no le pillaran
Pregunta. ¿Cómo se puede uno casar siete veces? Claro, había que robar muchísimo, para darles de comer a todos.
Respuesta. Y, sobre todo, porque si no no te puedes divorciar. Yo, cuando me voy dejo todo, empezando por la casa.
P. ¿Es usted un chorizo de lujo?
R. Hombre, yo no soy un chorizo. Yo soy un ladrón de lujo. He robado por amor al arte, y he robado cosas de lujo. El dinero no tiene lujo.
Perfil
Tiene 72 años y cinco hijos, vive plácidamente en Málaga, pintando hasta las tres o cuatro de la mañana y levantándose tarde. Dice que no nota la crisis “de ninguna manera” —él sabrá por qué—, y habla con un punto entre cínico e irónico. Le hubiera gustado visitar la Biblioteca del Vaticano, pero era “un trabajo delicado”. Aún está a tiempo. “Ya, pero ya no corro como antes, ni tengo tantas ganas, tampoco”.
P. Un analista perspicaz dice que, más que memorias, lo suyo son unas Desmemorias.
R. Por supuesto, hay cosas que no se pueden decir. El libro lo ha escrito mi mujer, con la que llevo casado 27 años.
P. Da la impresión de que no ha hecho grandes cosas en primera persona; que se ha colocado medallas de otros.
R. Mejor que todos lo crean así. No es cierto, pero encuentro más elegante la manera en la que lo he contado.
P. Ya. Pero poner a currar a los gitanos de media España y aprovecharse luego del botín...
R. Yo nunca les mandé robar. Ellos iban a robar en cualquier caso. Les he comprado muchas piezas, pero no les hacía los encargos.
P. ¿Ha sido un señorito del desvalije?
R. Bueno, no. Siempre he participado en la preparación de los robos que he hecho aquí. No en los que me atribuyen, porque me atribuyen 400 y yo habré hecho unos 30.
P. Sólo 30. Es usted una hermana de la Caridad.
R. Eso lo dice usted. Aunque los que hice eran importantes.
P. ¿Se vanagloria de sus hazañas?
R. De ninguna manera. Más bien de lo que estoy orgulloso es de que no me pillaran. Si no, hubiera pasado mi vida en la cárcel.
P. ¿Qué podría suceder si le sueltan en el Museo del Prado?
R. Depende de quién esperara las obras que están dentro. No se puede robar una obra sin tener un cliente que la espera. Si no, uno va directo a la cárcel.
P. Pues hemos pedido permiso para hacerle una foto dentro y nos han dicho que no.
R. Hombre, no me extraña.
P. Sería capaz de salir con Las lanzas bajo el brazo.
R. Todo es fácil de robar. Depende de quién te lo encargue. Ponen alarmas, pero el que las ha colocado te enseña cómo desconectarlas. No son un problema. Lo importante es tener el cliente.
P. Ha dicho que le hubiera gustado robar La Gioconda. ¿Qué más se llevaría y de dónde?
R. No lo sé. Quizá a la directora del museo, si fuera guapa.
P. De las catedrales y monasterios de España, ¿dejó alguno sano?
R. Hombre, por supuesto. En la única catedral importante en que actué fue en la de Tarragona. De monasterios, bastantes, empezando por el de Yuste. De allí me llevé el único cuadro de El Bosco que robé en mi vida.
P. Si empezara ahora, ¿le daría por ser decente?
R. No creo. Es aburrido.
P. ¿Qué es lo que más le ha hecho disfrutar?
R. El amor. El amor y el amor al arte. El dinero, también, porque alguien sin dinero es una persona muerta.
P. Deme un par de consejos, por si me da por intentar algo en una sacristía.
R. Para cada trabajo tendría que darle un consejo diferente: cómo salir, cómo entrar, cómo hacer 3.000 kilómetros con la mercancía y pasar dos países con ella.
P. ¿Cuánto tiempo lleva sin comerse una rosca en el oficio?
R. Treinta años.
P. Como los ludópatas en los casinos, habrá pedido que le prohiban entrar en los museos.
R. No, todavía no, porque aún me da mucho placer visitarlos. Me gustan todos: los románticos, los de tauromaquia...
P. De un museo de tauromaquia no se llevaría mucho.
R. Si hay un grabado de Goya...
P. Qué ideal y entrañable copiar un cuadro para las monjitas del Buen Samaritano de Nerja.
R. Cómo no voy a resultar entrañable si rezan por mí cuando me operan a corazón abierto o de los ojos, y me llaman por teléfono para ver cómo estoy.
P. ¿Sería más bien Arsenio Lupin, sir Francis Drake, Fantomas, Bonnie con o sin Clyde?
R. Más bien Bonnie and Clyde con la leyenda de Sherlock Holmes. Ambos.
P. Va de muy católico. ¿Se ha confesado de todos sus pecadazos?
R. Yo fui monaguillo, y desde entonces no me confesé nunca. Pero soy amigo de san Pedro, he vendido muchos sanpedros y he salvado muchos. Y si cuando llegue al Paraíso me echa a las llamas, le pego dos tiros.
P. Tiene a gala no haber colaborado nunca con la Policía. ¿Por qué le dejan vivir en España?
R. Porque esto es espacio Schengen. Además, estoy casado con una española, aunque no he querido nunca la nacionalidad. Yo soy belga. Pero aquí estoy calentito en la Costa del Sol, y en Bélgica hace frío.
P. Esto era todo. Voy a controlar si sigo teniendo el monedero.
R. No se deje nada. No olvide que soy un ladrón.
Babelia
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