Arriba el telón, se cierra la celda
Seis obras de microteatro se representan este fin de semana en calabozos de la antigua cárcel provincial de Segovia
Al comenzar la obra no se apagan las luces del teatro, se cierra la puerta de un calabozo. Los actores esperan dentro y los espectadores se sientan, algo apretados, y algunos quedan de pie junto a las paredes. De repente empieza la función. "Al principio estábamos algo cohibidos", dice una de las asistentes, pero poco a poco se les ve más cómodos. En blancas celdas de dos metros de ancho por cuatro de largo de la antigua prisión provincial de Segovia -reconvertida en espacio artístico y cultural hace unos meses- se representan este fin de semana seis pequeñas obras de teatro. La novedosa experiencia Microteatro en la cárcel ha llevado a este presidio "a pasar del encierro a la libertad", afirma la actriz Marta Aledo, intérprete del monólogo Treinta y tres, con texto y dirección de Antonio Galeano y cuyo escenario ha sido la celda número 2.
"En la obra yo soy la técnica de sonido y de luces", dice la actriz Marta Aledo
Mediado el espectáculo, la galería de la cárcel es un entrar y salir gente de las celdas
"En la obra yo soy la técnica de sonido", dice Aledo mientras coge el móvil, "y técnica de luces", que apagará varias veces durante el espectáculo para cambiar de situación. "Es la primera vez que hago microteatro en lo que fue una celda. Es un lugar que al entrar ya te cuenta algo, tiene un eco especial que me ha dejado perpleja". Acostumbrada a los paneles que separan las funciones de microteatro, "lo que lleva incluso a oír las otras obras, aquí hay muros gruesos que aíslan, y hace frío". "Oyes respirar al espectador, sus reacciones, y eso también modifica tu forma de actuar", explica.
Seis obras, 15 minutos
En las seis obras, que duran unos quince minutos cada una, los espectadores conviven tan de cerca con los actores que en ocasiones tienen que apartarse para que puedan moverse en el minúsculo escenario. Y como si se tratase de una gran sala, también hay quien tose y quien no puede aguantar hasta el final sin consultar el nuevo mensaje de móvil. La veterana actriz Mara Ballestero asegura que cuando entró en su celda se sintió "conmovida". "Pero al ensayar el texto se me olvidó". Ballestero protagoniza en el calabozo 3, junto a Maribel Vitar, Papá se ha ido, una "comedia tierna" escrita por Elvira Lindo en la que ambas actrices dan vida a una madre que desvela a su hija "la verdadera historia de los viajes de papá". Maribel Vitar está "encantada" con la experiencia, aunque admite que es necesario "vocalizar demasiado y no subir la voz por el eco".
En Microteatro en la cárcel, organizado por el Ayuntamiento de Segovia y el colectivo Microteatro Por Dinero, cada una de las seis obras se representan seis veces, con pequeños descansos, y las actuaciones comienzan con cinco minutos de diferencia, para que los aficionados tengan oportunidad de verlas todas. Por cada función se pagan tres euros. Así desde las siete de la tarde hasta las diez de la noche. De manera que mediado el espectáculo, la galería de la cárcel es un entrar y salir gente de las celdas. En un calabozo se oyen aplausos al final de una obra y en el contiguo la actriz Aixa Villagrán está a punto de entrar para dar la réplica a Manolo Sólo en A mí con milongas, una comedia con texto y dirección de Verónica Larios y J. Montenegro. Villagrán admite que el espacio es "claustrofóbico" pero poco a poco le ha quitado importancia. Todo está sincronizado por el equipo de Microteatro Por Dinero, un grupo que empezó esta modalidad de arte escénica hace un par de años en un antiguo prostíbulo de Madrid.
Cartel junto a la puerta
Las otras piezas que se representan, con un cartel identificativo al lado de cada puerta, son Yo te amo, un thriller con texto de Jorge Monje e interpretado por Ángela Durán y Jorge Monje Cruz; ¡Mucha mierda!, escrito y dirigido por Nancho Novo y con Duna Santos y Ana del Rey como actrices. Y una obra de Sonia Sebastián, Dos mujeres en un bar más o menos solas.
A juzgar por las caras del público, parece que se han entretenido. Hay quien valora que "los actores pongan todo el alma en algo muy cortito". "Es una experiencia estupenda porque más que espectadores somos mirones", dice otra de las asistentes. "Estamos tan cerca del actor que se establece una complicidad con ellos". Esta habitual del microteatro resume cómo ha sido la tarde: "Un exorcismo, porque todos los espíritus malos que hubo entre estas paredes han dejado paso a la creatividad".
Babelia
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