Tribulaciones de un ministerio clave
El Museo de la Ciudad relata en una exposición la historia del Ministerio de la Guerra
La Fundación Largo Caballero, vinculada al sindicato Unión General de Trabajadores, presenta en el Museo de la Ciudad hasta el 27 de noviembre la exposición Ministerio de la Guerra (1931-1939), que describe los avatares de tan importante departamento estatal y la ejecutoria de sus distintos titulares durante el período republicano. Con el aval del Ministerio de Defensa, editor del catálogo, y la colaboración de la Dirección de Museos, Archivos y Bibliotecas de la Concejalía de Las Artes del Ayuntamiento de Madrid, la exposición da noticia mediante fotografías generalmente inéditas, publicaciones, literatura y otros testimonios, de las políticas de Defensa acometidas por los sucesivos Gobiernos republicanos, relato en el que se establece un nexo entre la etapa de paz, que abarcó desde 1931 a 1935, y la que singularizó la conflagración civil durante el trienio siguiente.
Comisariada por Manuela Aroca, la muestra arranca con una serie de paneles sobre el palacio de Buenavista, histórica sede ministerial rodeada de jardines, en la plaza de Cibeles, cuyo ornato fue especialmente cuidado entonces por las autoridades republicanas al considerar que debía lucir tan espléndido durante la aquella etapa encarnada por la voluntad popular, como en la precedente etapa del mandato monárquico posteriormente abolido, según el compromiso asumido por Manuel Azaña, uno de los ministros más relevantes del periodo junto con Francisco Largo Caballero y muñidor de las principales líneas de actuación política en el ámbito castrense.
Principal mentor de las reformas de un ejército singularizado entonces por seculares hábitos de injerencia política, Azaña acometió una serie de cambios personales y logísticos de enorme envergadura, en un sentido modernizante, desde la mirada que él había adquirido sobre el terreno al aplicarla al Ejército francés durante sus viajes al frente en el curso de la primera Guerra Mundial. En Francia, el poder militar se hallaba sujeto al designio civil. En su deseo de atajar la autonomía política del ejército español y ceñirlo al imperio civil -autonomía legislada por una infausta ley de Jurisdicciones de 1906-, Manuel Azaña se atrajo la enemiga de los sectores militares más corporativos, que subrepticia y abiertamente, en medio de una agitación política y social creciente en parte inducida por ellos mismos, asediaron la era republicana con el alzamiento de julio de 1936 y forzaron su fracaso con la derrota militar en 1939.
La exposición pretende "informar de una manera sencilla sobre un ministerio decisivo como el de la Guerra, cuya trayectoria en aquellos años afrontó complejísimas vicisitudes", señala Manuela Aroca, en referencia a la que supuso en los albores de la contienda civil la creación de un ejército miliciano para conjurar el golpismo castrense, con una intensa secuela de fricciones entre el Ejército regular leal a la República y los voluntarios y voluntarias que se incorporaron a la lucha. El ministerior pudo sortear muchos de aquellos problemas con una desenvoltura que la exposición remarca. Ministros como Alejandro Lerroux, Diego Hidalgo -que reprimió duramente la sublevación popular de Asturias en 1934- Indalecio Prieto o Juan Negrín reciben la atención de esta muestra llena de interés y narrada de manera descriptiva.
Ministerio de la Guerra (1931-1939) Tiempos de paz, tiempos de guerra. Museo de la Ciudad. Principe de Vergara 140. Martes a viernes, de 9.30 a 20. Sábados y domingos, de 10.00 a 14.00. Acceso gratuito. Metro Cruz del Rayo.
Babelia
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