La prueba de Santo Tomás
Cuentan que hay seres humanos que no comen ni beben. Ni orinan ni defecan. Nunca. Durante años, durante toda su vida. Que simplemente se alimentan de la luz. ¡Que alguien llame a Santo Tomás!
O quizá también se pueda ir a ver Vivir de la luz, documental austriaco sobre uno de los fenómenos más inexplicables que se puedan encontrar: el respiracionismo (palabra que, evidentemente, no existe en el diccionario), práctica según la cual, siguiendo determinadas técnicas espirituales, un ser humano puede vivir eternamente sin necesidad de ingerir alimentos ni bebidas.
Los hay que, en el intento, se han muerto. Faltaría más. Los hay que a los pocos días han ido corriendo a por una hamburguesa. Pero también hay respiracionistas de tentativa válida. Demostrado. En Europa Central, en India, en China... Y ahí se adentra Vivir de la luz, un documental que podría haberse convertido en un panfleto new age sobre los nuevos caminos de la pseudociencia, pero que en realidad se revela como un interesante estudio sobre lo aparentemente inconcebible, presentando los extremos en conflicto a través de las opiniones de expertos de todo tipo, a favor y en contra.
Vivir de la luz
Dirección: P. A. Straubinger. Intervienen: Jakob Bösch, Ute Baungarten, Josef Banz, Zinaida Baranova. Género: documental. Austria, 2010. Duración: 95 minutos.
Que la espiritualidad puede esconderse detrás de ciertos procesos médicos que se alejan de la lógica es algo tan antiguo como el efecto placebo. Así, aspectos como el extraordinario valor de la conciencia, la tradición de ciertas religiones (del cristianismo al taoísmo) en procesos de este tipo (recuerden el ayuno en el desierto del mismísimo Jesús; cuarenta días, nada menos) y la importancia de la física cuántica van apareciendo en un documental al que quizá le sobre cierto yoísmo del director, pero que, desde luego, da que hablar. Todos somos Santo Tomás.
Babelia
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