Del consenso a la hostilidad
No tenía experiencia en medios de comunicación, pero era un hombre de consenso. El PP no pudo vetar la propuesta de José Luis Rodríguez Zapatero para que fuera presidente de RTVE. Alberto Oliart, exministro de Industria y Defensa con los Gobiernos de UCD a principios de los ochenta, se convertía a finales de 2009 en el segundo presidente de la televisión pública no nombrado por el Gobierno. Sustituía al dimitido Luis Fernández.
Oliart asumió el cargo con el visto bueno de Mariano Rajoy, pero el PP no tardó en arrepentirse de su apoyo. A medida que se acercaban las convocatorias electorales, el arrepentimiento crecía y las críticas hacia su gestión arreciaban. En abril de 2010 se rompió la luna de miel con el PP, que abrió la veda contra Oliart con la habitual catarata de acusaciones: sectarismo en los informativos, falta de pluralidad. "No soy de ningún partido. Obedezco la ley", repetía Oliart a los políticos que pedían su dimisión.
En los últimos meses, la oposición ha exacerbado sus críticas contra Oliart. "Usted viene aquí a pasar la tarde", le recriminó el portavoz del PP, Ramón Moreno Bustos, en la última sesión de control parlamentario, en el Congreso.
Oliart parecía al principio sentirse cómodo en estas comparecencias. Tuteaba a los diputados y senadores más jóvenes, recordaba los tiempos en los que él era ministro o evocaba sus encuentros con Josep Plá o Tarradellas, y desgranaba sin parar anécdotas sobre la Transición. Pero la televisión era otra cosa. No entendía de ratings ni de shares. Y tampoco llegó a comprender que lo fundamental de una televisión son los contenidos.
Se enfrentó al Consejo de Administración por los derechos cinematográficos de Hollywood, por las retransmisiones de las motos y por el contrato de Mediapro y España directo. Perdía votaciones y amagaba con dimitir. La primera vez que se encaró con el Consejo fue a las pocas semanas de su nombramiento, cuando decidió el relevo del entonces director de TVE, Javier Pons. La última, esta misma mañana, después de conocerse que RTVE había adjudicado un contrato para la cobertura técnica del programa La mañana de La 1 a TBS, dirigida por uno de sus hijos.
Durante su gestión RTVE ha suprimido la publicidad y se ha acomodado a un nuevo sistema de financiación. Lo malo es que los números rojos han vuelto a la compañía. El año pasado acabó con un déficit de 47 millones de euros y para este ejercicio se esperan otros 50.
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