La lenta digestión del 11-S
El estreno de 'Mi nombre es Khan' vuelve a poner de actualidad en las pantallas de cine el 11-S y sus consecuencias
El estreno hoy de Mi nombre es Khan lleva a la memoria de cualquier cinéfilo el ataque terrorista y posterior caída de las Torres Gemelas en Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Por primera vez todo el mundo pudo ver simultáneamente un acontecimiento histórico desgraciado y no anunciado. Porque los bombardeos sobre Bagdad o las Guerras del Golfo estaban -hasta cierto punto- predeterminadas como para que el público pudiera verlas. Pero el lapso de tiempo que hubo entre el sorprendente ataque al World Trade Center, entre los impactos del primer y del segundo avión, y las posteriores caídas de los edificios permitieron a los televidentes asistir en directo a la hecatombe.. y registrar visualmente en su memoria el acontecimiento. Nunca tanta gente en directo había asistido a un hecho dramático semejante.
Esa memoria colectiva -e importante, en directo- hace muy difícil para el cine satisfacer al espectador en la recreación en la pantalla del 11-S. También es cierto que las grandes películas sobre hechos históricos se han realizado tiempo después de que ocurriera el acontecimiento, ganando un espacio temporal necesario para que haya distancia emocional entre lo ocurrido y lo reflejado. La guerra de Vietnam necesitó al menos un lustro hasta que llegaran a las salas los filmes que mejor reflejaran el zeitgeist. Lo mismo, con la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto que hay excepciones -Los mejores años de nuestra vida, de William Wyler, se estrenó en 1946- pero en general, a más distancia, mayor perspectiva moral y capacidad de análisis.
Sin embargo, ¿cómo defender esa distancia en una sociedad que devora a toda velocidad la información y que vive por y para lo visual? El 11-S aún no ha encontrado un director a la altura de su enormidad, porque a lo mejor es imposible abarcarlo. Sin embargo, algunas aproximaciones laterales sí han encontrado el éxito. Por ejemplo, United 93, de Paul Greengrass, espectacular filme sobre lo que pudo ocurrir dentro del cuarto avión secuestrado.
El acierto de Greengrass -en una película que inicialmente se hizo para televisión- estuvo en olvidarse de las explicaciones y centrarse en las personas implicadas en el vuelo. Otro acierto, los cortos englobados en 11'09''01- 11 de septiembre, y en especial USA, el dirigido por Sean Penn, que cuenta la llegada de la luz del sol tras la caída de las Torres, que la tapaban, al piso de un anciano (Ernest Borgnine). Los diversos documentales y películas que se han centrado más en pequeños dramas humanos que en los grandes hechos han logrado mejores resultados. Contra espasmos cinematográficos como World Trade Center, de Oliver Stone, siempre habrá un 911... 11-M, de Isabel Lafont y Marta Sánchez, una visión de cómo los corresponsales españoles en Nueva York vivieron el 11-S y cómo fue el 11-M para los corresponsales estadounidenses en Madrid. Aparte está el gran egodocumentalista Michel Moore, que junto a su Fahrenheit 9/11 centrado en ese momento, aporta más datos y opiniones en Bowling for Columbine y Sicko. La mezcla Bush y 11-S es gasolina para la maquinaria cinematográfica de Moore.
Hollywood entendió que la senda "persona de la calle marcada por la desgracia que abrió el siglo XXI" era la exprimible en las pantallas. En algún lugar de la memoria, de Mike Binder, muestra a un Adam Sandler perdido tras perder a su familia aquel día. Recuérdame, de Allen Coulter, esconde bajo la patina de drama romántico al estilo Romeo y Julieta protagonizado por Robert Pattinson unos minutos finales en los que el 11-S encuadra en el tiempo y en el drama lo anteriormente narrado. Ese truco de encuadre temporal también se usa en Julie & Julia o en Las invasiones bárbaras. En los próximos años veremos más largometrajes en esta línea. En cuanto a la aproximación tangencial, en el centrarse en personas y dramas individuales para dar luz a lo general, el maestro ha sido el británico Michael Winterbottom, que ha defendido su visión de las posteriores implicaciones del 11-S en Camino a Guantánamo y en Un corazón invencible.
Mi nombre es Khan es la fallida aproximación de Bollywood al 11-S. Porque en la coctelera han metido islamismo, enfermedad de Asperger, road movie por EE UU, drama amoroso, terrorismo, la gran estrella de esa industria, Shahrukh Khan, y hasta un seudo Obama. Demasiados ingredientes. El 11-S aún está esperando su Apocalypse Now.
Babelia
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