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Arriaga, Verdi y Mendelssohn renacen en el Palacio Real de Madrid gracias a los violines y violas de Stradivarius

Concierto navideño de los cuartetos de la orquesta Sinfónica de RTVE y de la Scala

El Palacio Real de Madrid ha sido durante una hora y media de hoy principal templo de la música en España, merced al memorable concierto celebrado a mediodía en su Sala de Columnas con composiciones del español Juan Crisóstomo Arriaga, del italiano Giuseppe Verdi y del alemán Félix Mendelssohn. Protagonistas de la velada han sido el Cuarteto de solistas de la Orquesta de Radiotelevisión Española, el Quartetto d'archi della Scala y, señaladamente, la colección de instrumentos de cuerda del cremonense Antonio Stradivarius, quizá la más completa del mundo, que se atesora en palacio y que consta de la única viola ornamentada por el gran luthier.

La sala, presidida por una bruñida escultura en bronce de Carlos V obra de Barbedienne -copia de Leone Leoni hoy mostrada en el Museo del Prado- está jalonada por columnas jónicas y lámparas destelleantes y fue escenario en 1985 de la firma por España del Protocolo de Adhesión a las Comunidades Europeas. Quizá por ello ha hecho gala de su entidad cosmopolita al aunar a tres grandes compositores europeos para ser interpretados por dos excelentes cuartetos con el mejor instrumental que quepa imaginar, adquirido en Italia por la Corona española en el último cuarto del siglo XVIII.

La música del compositor bilbaíno Juan Crisóstomo Arriaga (1806-1826), excelsa en su Tercer Cuarteto en Mi Bemol Mayor, abrió el concierto describiendo el genio de su arte, con una interpretación pulcra y emotiva a manos del conjunto de cámara español, con Mariana Todorova como primer violin. Todo mostraba que Arriaga, muerto prematuramente en París donde había sido alumno de Luigi Cherubini así como compañero del también precoz Félix Mendelssohn; desde su asombrosa precocidad apuntaba hacia la genialidad como muestra esta pieza sublime, en la que la inteligencia del compositor vasco va creando las propias pautas musicales mientras salpica sus descripciones de cromatismo y vigor pictórico preludio cierto del romanticismo. La finura de sus sones permitía imaginar que las notas de los stradivari, cálidas e impregnadas de dulzura, ascendían por las deslumbrantes arañas de la sala para encaramarse en los capiteles de las columnas, proseguir su camino hasta el rompimiento en gloria del fresco de Corrado Giaquinto titulado El nacimiento del Sol y ayudar al astro a levantarse y calentar la invernal mañana madrileña.

Giuseppe Verdi (1813-1901), mentor del nacionalromanticismo italiano, ha revivido luego con una antología de piezas de su ópera Rigoletto, en versión del cuarteto de arco del compositor Antonio Melchiori, gracias al talento del conjunto italiano capitaneado por Franceso Manara, primer violín, que extrajo de él toda la belleza que es posible inducir desde un instrumento tan perfecto como el que se le escuchaba rasgar apasionadamente. En cuanto a Félix Mendelssohn (1809-1847), interpretado por los dos cuartetos gratamente ensamblados, transmitió a través de los arcos la fuerza de su clasicismo, imposible de disociar del de Ludwig van Beethoven, bien que con una impronta marcada ya en sus primeros compases por un inolvidable trémolo.

El concierto se inscribe dentro del XXVI Ciclo de Música de Cámara que anualmente organiza Patrimonio Nacional bajo la presidencia de los Reyes y que en esta edición ha contado con la presencia del alcalde de la ciudad italiana de Cremona, patria del luthier universal.

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