El Caballero regresa al lugar del crimen
Olmedo Clásico estrena por primera vez la obra de Lope en versión de Corsario Teatro
Pocas obras anuncian en sus primeras palabras el trágico fin que le espera a su protagonista. Lo hizo Sófocles en su Edipo. García Márquez en Crónica de una muerte anunciada. Y Lope de Vega en su bellísima obra El Caballero de Olmedo que este fin de semana se ha visto representada dentro de Olmedo Clásico, un festival que cada año va adquiriendo mayor presencia dentro de las muestras de estas características y que no ha podido hasta su cuarta edición, que se celebra hasta el próximo 26 de julio, programar la popular obra de Lope que tanta fama ha dado a esta villa castellana.
Ha sido Corsario Teatro, compañía considerada la decana en España especializada en clásicos y su director Fernando Urdiales, implicado en el equipo directivo de esta muestra, los que han puesto en pie la obra acogida los dos primeros días de su representación de manera calurosa por parte de un público muy conocedor de estos versos y que ovacionó el montaje que surge de una respetuosa y limpia versión de esta historia de celos, amor y sangre, que Lope sacó de una cancioncilla popular: "Una fuente de inspiración habitual en él", señala Urdiales quien no descarta la idea de buscar todos los años un montaje de este texto, en el idioma que sea, para incluirlo en Olmedo Clásico.
El espectáculo resalta especialmente el mundo de la tauromaquia que Lope recogía, con una escenografía y pequeñas notas coreográficas que reproducen ámbitos de toriles y burladeros, aunque Urdiales recuerda que leyó no hace mucho que a Lope no le interesaban especialmente los toros.
La obra es una de las más importantes tragicomedias de Lope, a pesar de lo cual durante siglos pasó desapercibida, sin olvidar, ni tener en cuenta que la parodia que sobre ella hizo Monteser fue relativamente conocida en el siglo XIX y principios del XX. Pero quien rescató el original de Lope del olvido fue García Lorca al incluirla en el repertorio de su compañía universitaria La Barraca y llevarla a muchísimos pueblos. Después tampoco se ha incorporado de manera habitual al repertorio clásico, aunque se recuerdan montajes memorables como el de Miguel Narros con Carmelo Gómez, en los años 80 del pasado siglo o el de José Tamayo con José María Rodero, años antes.
De hecho en Olmedo hacía décadas que no se representaba por parte de una compañía profesional, a excepción de una representación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en el 2002 con la versión que hizo de este texto José Pascual con el actor Israel Elejalde Urdiales sostiene que Lorca recupera el texto porque tenía una gran necesidad de innovar: "Era como una vocación y así lo hizo, sobre todo en su último teatro, y también buscaba fórmulas inspiradas en nuestros clásicos", señala Urdiales quien no ignora que Bodas de sangre es un trasunto de El caballero de Olmedo. "En la dramaturgia lorquiana emana la fórmula trágica que cultiva Lope y lo que tengo claro es que García Lorca probablemente es el último trágico español, y si nos ponemos puristas vemos como en el terreno de la tragedia saltamos de Lope y Calderón a Lorca, quien sigue teniendo esos ingredientes tan lopistas de inspiración popular, cantares y bailes, elementos en los que Lorca buscaba un teatro de raíces".
El origen de El Caballero de Olmedo hay que buscarlos en un bailecillo popular y una cancioncilla que relataba la historia de Juan López de Vivero, un hidalgo de Olmedo, y que a Lope le llega el eco y reproduce a su modo y manera, aunque en el archivo de Simancas hay referencia a estos hechos que parece que fueron verídicos. También circula que no sólo fueron los celos y las pugnas entre ciudades por el poder los que empujaron al crimen, ya que hay quien maneja la versión de que el caballero y Olmedo eran comuneros, mientras en Medina eran carlistas. Lo que sí se sabe es que el asesino escapó a América vestido de fraile y allí hizo fortuna y volvió.
"Me lo he pasado muy bien investigando", señala Urdiales, "en la obra hay varios ingrediente básicos, no sólo los populares, sobre todo tres: Amor, Muerte y Destino, encarnado este último en la trágica ironía del personaje de Fabia, que poco o nada tiene que ver con Celestina y quien, a modo de oráculo, pronostica y a la vez precipita el Destino de un héroe cuyo papel básico es ser víctima de la Muerte; Fabia es un poco Tiresias, una especie de profeta que anuncia continuamente lo que va a ocurrir, por un lado es corifeo y por otro vaticinadora", señala el director del montaje, quien ha realizado una versión muy fiel a Lope y quien sostiene que la extraordinaria elaboración dramática que hay en El Caballero de Olmedo la elevan a la categoría de obra maestra por la fusión tan eficaz de los ingredientes que utiliza: tradición, elementos del folklore popular, comedia y tragedia.
El montaje, que viajará en los próximos días a festivales como el de Almagro, Olite, Salamanca (Las noches de Fonseca), Alcántara y otras ciudades, plantea una puesta en escena marcada por una sobriedad simbólica y significante ya que utiliza tanto el mundo del toreo como el contexto del ruedo, equivalente al del duelo, para hablar de códigos, cainismos, significantes y mundos que se recogían no sólo en la sociedad de Lope, sino en los propios Corrales de Comedias donde había unos códigos que significaban no sólo a actores sino también a los espectadores, sentados en distintos sitios según su condición social.
Babelia
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