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Comienza el Festival de Edimburgo con 'Auge y caída de la ciudad de Mahagonny', de Brecht

Se trata de una versión que permite concentrarse más en el texto y la música, influida por el jazz y el music-hall

El Festival Internacional de Edimburgo difícilmente podía haber elegido una obra en principio más electrizante para su inauguración. Auge y caída de la ciudad de Mahagonny, la feroz sátira del capitalismo con texto de Bertolt Brecht y música de Kurt Weill, no ha perdido nada de su fuerza dramática desde 1930.

Han cambiado, sin embargo, los tiempos y si su estreno en 1930, en plena República de Weimar, se vio alterado por la acción de las camisas pardas y degeneró en un auténtico tumulto hacia el final de la representación, la audiencia siguió anoche la famosa ópera con exquisita atención en la Usher Hall de la capital escoces.

Se trata en esta ocasión de una versión concertante, que permite concentrarse más en el texto -en inglés- y, por supuesto, la música, influida poderosamente por el jazz y el music-hall y que trata de ser accesible al gran público sin perder nada de su complejidad sinfónica. Como explica el compositor austríaco HK Gruber, que dirigió en Edimburgo, Weill demostró que era posible "escribir música muy moderna, expresándolo todo al mismo tiempo de forma muy simple, lo que junto resultaba revolucionario".

La variedad de estilos y fuentes musicales es típica de Weill, pero lo realmente sorprendente es cómo el compositor logra en Mahagonny sintetizar los elementos más dispares en un todo coherete.

Es sabido que el resultado final no convenció totalmente a Brecht, que llegó a calificarla de ópera "culinaria": era para él un tipo de obra que deleitaba a la audiencia en lugar de hacerle reflexionar como en el teatro "didáctico" que él mismo propugnaba.

Sin embargo, en eso radica por el contrario la modernidad de esa composición de Weill, que interesó profundamente en su día a Stravinsky, a quien no le gustó nada en cambio su trasfondo marxista.

En declaraciones anteriores al estreno, Gruber explicó que siempre quiso dirigir Mahagonny desde que escuchó en los años sesenta una grabación con la voz inimitable de la gran Lotte Lenya, la esposa de Kurt Weill. "Fue un auténtico descubrimiento...No me cansaba de escucharla, ahora, cuarenta años más tarde, tengo esa ópera en el corazón, en el cerebro, en la memoria. Desde el primer día en que soñé con ser director de orquesta quise dirigirla...pero no como una obra escénica sino como oratorio", explicó Gruber al diario The Scotsman.

Y así, sin adornos escénicos, es como la ha presentado en Edimburgo con la Royal Scottish National Orchestra, el Edinburgh Festival Chorus, las voces femeninas de la Royal Scottish Academy of Music y un grupo de solistas que incluía a Giselle Allen (Jenny Hill), Anthony Dean Griffey (Jim Mahoney), Susan Bickley (Begbick) y Peter Hoare (Jack Smith).

Fue una interpretación impecable desde el punto de vista coral y orquestal, con una extraordinaria sección de viento, a las que la dirección enérgica de Gruber trató de sacar el máximo partido, pero en la que a las voces solistas les costó un poco calentarse.

Al final, a base de esfuerzo, Gruber consiguió elevar la tempertura ambiente, y el público se lo agradeció con una prolongada ovación.

Esta noche el Festival de Edimburgo ofrece la ópera Las Dos Viudas, de Bedrich Smetana, basada en una farsa francesa de Jean Pierre Félicien Mallefille cuya acción el compositor checo traslada al mundo de la pequeña aristocracia rural de su país

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