Nuevas contradicciones del shakespeariano Timón de Atenas
José Pedro Carrión protagoniza al controvertido personaje en el Festival de Teatro de Mérida
El Festival de Teatro de Mérida ha acogido por primera vez en su historia un montaje de Timón de Atenas, obra que en todos los programas de la muestra emeritense y en más de una publicación, se adjudica a Shakespeare, aunque la edición de Oxford, que recoge las obras completas del dramaturgo británico, y a la que todos los expertos consideran de referencia obligada, deja claro, incluso en la hoja capitular, que fue un trabajo conjunto con Thomas Middleton. Incluso se llega a señalar qué escenas están escritas por cada uno, ya que las aportadas por Midlenton contienen una serie de giros sintácticos habituales por parte del colaborador del dramaturgo de Stradford.
El Timón de Atenas que se estrenó el pasado miércoles en la muestra emeritense, con dirección del portugués Joaquim Benite y el actor José Pedro Carrión al frente del reparto, ha contado con una versión de Francisco Suárez, también director del festival, basada en una traducción que William Macpherson, un hispanista del siglo XIX, hizo de esta obra. Una versión que Suárez, que la escribió el pasado año, ha resituado en la década de los setenta del pasado siglo, en plena crisis del petróleo, como ya hiciera el escritor mexicano Carlos Fuentes en su obra La cabeza de la Hidra, una novela negra publicada en 1978, en la que el autor, tal y como afirmó en su día, se inspiró en Shakespeare y convirtió a Timón de Atenas en el principal personaje y a la crisis del petróleo de 1973 en el escenario de toda la novela. Suárez y el director Joaquim Benite, para remarcar la época, añaden al espectáculo una banda de jazz (que toca música compuesta por Juan de Pura), y hasta un Cadillac que atraviesa la escena, mientras el figurinista Rafael Garrigós viste a los personajes gansteriles con trajes de impoluto color blanco.
"Shakespeare coloca la obra en el siglo V, presenta la Atenas en crisis, no la deslumbrante de tiempos anteriores", comenta Suárez quien defiende que si bien esta obra se considera irregular desde el punto de vista teatral "desde un nivel literario está muy valorada". Suárez también recuerda que Shakespeare escribió esta pieza después de Rey Lear, cuando ya era famoso y adinerado y se retira a Stradford, decepcionado por el mundo de Londres: "Recogí este texto para hablar sobre la traición, la amistad, los sueños y sobre lo que significa el dinero en la sociedad, es un texto que se podría calificar de antisistema, que critica el sistema capitalista y que habla de algo fundamental, como son las traiciones".
Lo más notable del espectáculo es la participación de un José Pedro Carrión en plena madurez de su oficio, lleno de registros y recursos y con un casi deslumbrante dominio de la voz que arrastraba por momentos al espectador a ese nirvana que el teatro tiene cuando engancha. Aunque el montaje, prisionero de una versión deslabazada, no deja crecer al director ni al actor hasta donde les hubiera permitido tanto la obra original como ese personaje tan controvertido y lleno de contradicciones.
En uno de esos momentos que se presentía emocionante, justo cuando Carrión se despoja de toda su vestimenta y se queda sin más ropa encima que un aparatito (el del micrófono para amplificar la voz), una señora del público desfalleció y hubo que cortar la representación mientras los servicios médicos la atendían. Finalmente la causa de la indisposición fue un corte de digestión y no, como maliciosamente se comentaba, el desnudo del actor, a todas luces lejos de impresionar. La función se retomó en el mismo sitio interrumpido, con Carrión ya envuelto en un manto protector. "Nunca pensé que mis pelotas pudieran provocar un rompimiento de esa relación amorosa tan bonita que había con el público en ese momento, pero la potencia de estas piedras juegan estas malas pasadas, también al público; el espectáculo ha tenido para mí dos partes diferenciadas muy claras", a lo que añadió el actor minutos después de finalizar la representación, "hemos luchado contra viento y marea con todas las dificultades, pero nunca se sabe por dónde te llega la sorpresa, en el arte a veces lo accidentado provoca hallazgos, y esto no lo olvidaré en mi vida", dice el actor quien contó con un magnífico partenaire en escena, el actor extremeño Esteban G. Ballesteros en su papel del fiel criado Flavio.
Benite, prestigiado hombre del teatro portugués y director del Festival de Almada, una de las muestras lusas más conocidas, sostiene que Timón de Atenas es, entre las obras de Sahkespeare, de las que resulta más difícil hacer la tradicional distinción entre tragedia, drama o comedia: "Timón no es un personaje de tragedia, pero cuando busca la soledad para alimentar el odio contra la propia naturaleza humana se puede ver así", y añade, "hay una primera parte en la obra en la que el poder del dinero y su papel en la economía (en un sentido amplio) es el tema central y una segunda centrada absolutamente en el propio sentido de la existencia humana".
Preguntado el versionador acerca de cómo surgió la idea del petróleo y la crisis del 73, dijo: "De mi imaginación, ya que Shakespeare no retira a Timón a un desierto, sino a una cueva en la que encuentra oro, pero quise hacer un homenaje a Buñuel con su Simón del desierto y en esa segunda parte surrealista y simbólica, surgió el petróleo como elemento que justifique lo que encuentra Timón en su retiro". Suárez también comentó que propuso su trabajo al patronato del festival (que él dirige) y éste se interesó mucho porque hubiera un Shakespeare en la programación de este año. De hecho cuando se dio a conocer la programación hace unos meses figuraba como responsable de la versión Francisco Sena, al que se calificaba de dramaturgo y diplomático. Finalmente quedó claro que era Suárez quien se ocultaba tras esa personalidad.
La versión también incide en otro curioso aspecto, como son los paralelismos con rituales católicos. "Quise dar un pequeño viraje marcando la versión con elementos religiosos, Timón también proyecta discursos éticos sobre el mundo", señala Suárez quien recuerda que un estudioso alemán recoge en sus escritos que esta obra era la que más le gustaba a Carlos Marx de todas las de Shakespeare. En varias ocasiones del montaje se pone de manifiesto ese trasfondo religioso que evoca pasajes de los nuevos evangelios, como una cena en la que los personajes son trece hombres que se sitúan frontales al espectador rodeando al adorado Timón, quien llega a decir, por si la cosa no ha quedado clara, "quien beba de este vino y coma de este pan será mi amigo para siempre" e incluso en una escena posterior Timón llega a oficiar ante un altar con los brazos en alto. También es patente cuando el protagonista se retira a su personal desierto y las tentaciones le llegan a través de riquezas (aquí el valioso oro negro), poder, o una hermosa y tentadora mujer (una solvente Valery Tellechea) que ofrece alimento, cual Eva con manzana, al hambriento y arrepentido Timón entregado a sus reflexiones filosóficas y a su autoinmolación redentora.
El espectáculo ha contado con el escenógrafo Jean Guy Lecat, habitual en muchos montajes de Peter Brook, director que ha recurrido a él cuando convirtió una fría nave de las afueras de París en el prestigiado Teatro des Bouffes du Nord. Precisamente Brook eligió Timón de Atenas para inaugurar su sala hace treinta años. Lecat, a la hora de hablar de los dos timones, dice: "No se pueden comparar los dos montajes, han pasado treinta años, Brook entonces se centró más en los aspectos filosóficos de la obra, mientras que aquí el asunto gira en torno a la idea de actualidad y contemporaneidad del texto", señaló el creador francés quien puso de relieve que tanto en una ocasión como en la otra la escenografía, que aquí es moderna y austera, tiene como objetivo fundamental acercar el teatro al público.
Carrión habla también de su identificación con su Timón de Atenas: "Mi madre de pequeño me llamaba panoli, y creo que en el fondo esta es la historia de la inmolación inútil de un panoli enfurruñado, algo que he discutido, mucho y en buenos términos, con el director", apunta el actor quien dice que trabajar con Benite ha sido toda una experiencia: "Lucha mucho por su trabajo, derrocha inteligencia para organizar el espectáculo y hacerlo lo mejor posible, todo con el objetivo de que el público sienta que los que hacemos este trabajo lo amamos; lo cierto es que nuestra meta sería que los padres de familia salgan de la representación pensando 'voy a decirle a mi hijo que estudie teatro', porque si los niños estudiaran teatro y no se les hurtara este bien común estoy convencido que tendríamos mejores ciudadanos y mejores personas".
Benite, que ya ha transitado en varias ocasiones por Shakespeare, se enfrenta por primera vez a un anfiteatro romano. Para el director es incomprensible que esta obra no se represente apenas: "Nos hace reflexionar, no sobre la condición humana, que eso siempre se da en Shakespeare, sino sobre un problema que es de terrible actualidad, como es el considerar el dinero un valor primordial en nuestra sociedad, además en la segunda parte se reflexiona sobre algo esencial como es el comportamiento social de la naturaleza humana", sostiene Benite.
Por su parte Carrión apunta que la contemporaneidad de Shakespeare deriva de la profundidad de la observación, al tiempo que sostiene que una obra simple y sencilla de Shakespeare, como esta, da para mucho: "Y de todos los temas que afronta elijo el del aprendizaje, cualquiera de nosotros tiene dificultades enormes para pasar del estado de ignorancia al de conocimiento, hay una enorme resistencia y lamentablemente el ser humano de manera natural elige primero la aberración; aquí lo que nos interesa de Timón es su equivocación en la que nos reflejamos, pero de lo que se trata es de que tengamos esperanza de construir un mundo mejor porque el que tenemos es brutal".
Carrión viene de hacer a otro conocido perdedor de la escena mundial: Cyrano de Bergerac. En cualquier caso no teme que estos personajes, pasados por su piel, se contaminen uno a otro: "Ojala ocurriera y yo desarrollara más la capacidad que todo hombre tiene de ser un antihéroe, me interesa mucho meterme en la piel de seres humanos llenos de contradicciones, capaces de cometer tremendas equivocaciones...; ahí es donde la vida se revela como misteriosa y sorprendente y de eso siempre tenemos que aprender, todos queremos tener seguridad, pero ésta es una palabra maldita, porque está suplantando a la libertad, que es un ejercicio permanente y yo elijo ser un antihéroe".
Babelia
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