Los enredos de Poquelín
Réplica tardía, francesa y fastidiosa de Shakespeare in Love (1998), Las aventuras amorosas del joven Molière -que en el original lleva el título mucho más conciso y también mucho más engañoso de Molière- levanta su ficción sobre dos premisas tremendamente discutibles. La primera suele ser común a casi todo biopic histórico que se precie: el o la protagonista de la película en cuestión es, en realidad, un anacronismo histórico, un sujeto contemporáneo perdido en un pasado en el que no puede encajar sin traumas (y sin consecuencias dramáticas) su condición visionaria. En definitiva, un moderno o una moderna... vestido de época. La segunda premisa es un corolario de las leyes del espectáculo y suele afectar a la mayor parte de los tratamientos cinematográficos de la figura del escritor: toda obra literaria no es más que destilación de una acción. La letra como forma fija del movimiento perpetuo de unos escritores que, por si acaso no lo sabíamos (al habernos nublado el juicio la verdad histórica), no eran sino hombres de acción, seres ígneos, pura pasión o efervescente comicidad vodevilesca.
LAS AVENTURAS AMOROSAS DEL JOVEN MOLIÈRE. Dirección: Laurent Tirard. Intérpretes: Romain Duris, Fabrice Luchini, Laura Morante, Ludivine Sagnier. Género: Comedia. Francia, 2007. Duración: 120 minutos. |
En Las aventuras del joven Molière, un Laurent Tirard frívolo y académico a un tiempo imagina lo que le ocurrió a Jean-Baptiste Poquelin durante esos meses de 1644 que los biógrafos consideran un agujero negro en su trayectoria. La respuesta del cineasta y de su co-guionista Grégoire Vigneron es insultantemente chorra: un aristócrata con cara de actor rohmeriano venido a menos (Fabrice Luchini) le saca de la cárcel para convertirlo en su profesor de interpretación particular. El aristócrata tiene el plan de seducir a una petarda de corte (Ludivine Sagnier), pero, entretanto, el atribulado dramaturgo, bajo falsa sotana y el falso nombre de Tartufo (¿lo pillan?), irá acercando posiciones a la señora de la casa (Laura Morante). En suma, en ese paréntesis vital, Molière vivió las tramas de Tartufo y El burgués gentilhombre antes de escribirlas y, en el proceso, terminó por descubrir las virtudes desestabilizadoras de la comedia como discurso, aparcando sus aspiraciones de gran escritor trágico.
Romain Duris da vida a un Molière que parece un Ernesto Sevilla reformulado como modelo de portadas de novelón romántico y Tirard no le ahorra saltos, caídas y demás cucamonas de aire vodevilesco. "Las aventuras amorosas del joven Molière" es cine francés popular con barniz de prestigio y vocación de producto exportable. Mejor no dejarse engañar por las formas: es una sandez demasiado engalanada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.