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PINTURA

EE UU devuelve a Alemania 12 grabados desaparecidos durante la Segunda Guerra Mundial

Las obras de arte fueron robadas por las tropas rusas tras invadir Alemania

Sin embargo, como bien han señalado los responsables del servicio de aduanas en rueda de prensa, y ha recogido el diario The New York Times, su historia no podría ser más intrigante y misteriosa "ni aunque la hubiera pensado Alfred Hitchcock".

El grabado más valioso es un desnudo en tinta negra de Alberto Durero, Casa de baños de mujeres, que data de 1496 y ha sido valorado en 10 millones de dólares (2.000 millones de pesetas). Entre el resto de obras hay un grabado en tinta de Durero (María sentada con el Niño, de 1514), un dibujo de Rembrandt en tinta marrón (Mujer de pie con los brazos en alto), dos paisajes en tiza del holandés Jacob van Ruisdael y un dibujo en tinta del Jean-François Millet.

Las 12 obras fueron adquiridas por el museo alemán entre 1820 y 1860. En 1943, el régimen nazi, al intuir que perdería la Segunda Guerra Mundial, las trasladó junto con otras 1.520 piezas al castillo berlinés de Karnzow. Poco después las tropas rusas invadían el país, y ahí se perdió el rastro de los grabados.

Según los oficiales del servicio de aduanas, después de la contienda el KGB cedió las obras al Museo de Bellas Artes de Baku, la capital de la ex república soviética de Azerbayán.

Cuando en 1993 el museo anunció que iba a exponerlas, las autoridades alemanas solicitaron su devolución. Ambos países se enzarzaron entonces en una discusión sobre la propiedad de los grabados, conflicto que finalizó abruptamente cuando fueron robados de nuevo, en julio de ese año, junto con otras 180 obras de arte.

A cambio de un riñón

Según las autoridades estadounidenses, en verano de 1997 un empresario japonés y antigua estrella de la lucha libre, Masatsugu Koga, se presentó en la embajada alemana en Tokio con varias fotos de los grabados, y se ofreció a devolverlos a cambio de 12 millones de dólares (2.400 millones de pesetas). Al parecer, Koga se había confabulado con un campeón olímpico de lucha libre azebayano y con su esposa, Natavan Aleskerova, para realizar la operación.

Según el servicio de aduanas, fue la mujer, Aleskerova, alto cargo de la fiscalía azerbayana durante 12 años, la que robó las obras. De hecho, años después fue condenada en Nueva York por tráfico de arte. El caso es que cuando los alemanes comunicaron a Koga que los grabados eran robados, el japonés rebajó el precio a la mitad y alegó que necesitaba el dinero para un transplante de riñón.

La venta no cuajó, pero Koga lo volvió a intentar en septiembre de 1997, con tan mala suerte para él que sus posibles compradores eran los agentes de aduanas encubiertos.

Fue arrestado, y parte de las obras se recuperaron. Las restantes las hallaron en el apartamento neoyorquino de otro luchador azerbayano. Al que no han logrado atrapar aún las autoridades estadounidenses es al marido de Aleskerova.

Koga se declaró culpable en el juicio, y murió en 1999 a los 64 años en Tokio. Tras su muerte, los médicos confirmaron que era cierto que necesitaba el transplante de riñón.

AP
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