El Reina Sofía acoge la última etapa de Picasso marcada por la reinterpretación de los pintores clásicos

Esta exposición no es una más sobre Picasso, según Juan Manuel Bonet, "sino sobre un Picasso muy especial", que en los últimos años siguió inventando cosas y versionó y recreó a los maestros del pasado. "Hace arte moderno a partir del arte antiguo, mostrando de un modo especial la reflexión sobre el arte que caracterizó su vida".

La comisaria ha recordado que las criticas que recibió la exposición celebrada en 1973 en el Palais des Papes de Aviñon sobre las últimas creaciones de Picasso, "no fueron muy satisfactorias, ya que entonces no se comprendió la obra que quería hacer Picasso" y no se entendió que un octogenario tuviera la valentía de enfrentarse a una revolución conceptual, estética y formal, que constituye el origen y la clave de algunas de las más innovadoras corrientes artísticas de las décadas finales del siglo XX.

Paralelamente a la introversión de Picasso en sí mismo debido a su celebridad mundial y a su edad, el artista se fue alejando de los escenarios exteriores y se concentró en un paisaje interior, su propio estudio de La Californie, donde, en una de sus series más despojadas, se enfrentó a su modelo, Jacqueline, que se convierte en paradigma de la mujer.

Con motivo de esta exposición, que permanecerá abierta hasta el 18 de junio y en la que se ha contado también con la colaboración de la familia Picasso y, en especial, del hijo del pintor Claude, se ha editado un catálogo con texto de los principales especialistas en la obra tardía del artista malagueño.