Rozalén: “En un mundo tan hostil necesitamos abrazos”
La cantante comparte su nuevo disco, ‘El abrazo’, con un grupo de suscriptores de EL PAÍS
Para Rozalén (Albacete, 38 años), “los abrazos son un superpoder”. Por eso, su nuevo disco, El abrazo, son “13 abrazos en forma de 13 canciones”. Hace unos días lo presentó ante un grupo de suscriptores del diario en el Teatro Pavón de Madrid, como parte del programa de actividades exclusivas de EL PAÍS+. La periodista de la cadena SER Laura Piñero la entrevistó y los asistentes pudieron disfrutar de un par de temas en directo.
Mucho antes de dedicarse a la música, María de los Ángeles Rozalén estudió Psicología. Quizá por eso le resulta tan fácil reflejar la complejidad de las emociones humanas en sus canciones. Este último año y medio lo ha pasado alejada de los escenarios para centrarse en componer. “Soy una persona muy activa. Mi padre me decía que, si había un terremoto, a mí en casa no me pillaba. Me tienen que pasar cosas para poder contarlas, pero tenía que parar para digerirlo todo bien”, explicó sobre por qué decidió tomarse esa pausa.
En el disco se ha atrevido a experimentar con estilos más alejados de su género musical como Llévame o la colaboración con Carlos Vives, Tres días en Cartagena, donde plasma las influencias y emociones de su viaje a Colombia por proyectos relacionados con la paz y combina ritmos tropicales con los de la jota castellana. También se ha atrevido a escribir sus propias barras y rapear con Kase O en Mis infiernos, una canción dedicada a los haters y a las críticas.
Sin embargo, como canta en La cara amable del mundo (“riega siempre tus raíces, tendrás claro dónde quieres ir si sabes de dónde partiste”), Rozalén también dedica una canción a su familia y a Balazote, su pueblo. “A Madrid y a Albacete les debo muchas cosas, por supuesto, pero valoro mucho haberme criado en un pueblo. Entonces es un viaje a mi infancia lleno de nostalgia y melancolía. En ella recalco que yo lo que quiero es volver al cuándo, no al dónde, tampoco al aquí, si no al entonces”, contó.
Otro tema muy presente en el disco es el amor y sus variables, ya sea el romántico, a uno mismo, o la idea que tiene Rozalén de amar y cómo entiende las relaciones: libres. Incluso le dedica una canción a su expareja: “Es una canción en la que le digo que le cuidaré desde lejos. La vida son etapas y no se deja de querer a las personas, solo se aprende a querer de otra forma y desde otro lado. El amor no se rompe, se transforma”.
La artista, además, siempre se muestra muy comprometida con las causas sociales. Su canción La puerta violeta se volvió un himno en contra de la violencia de género. El día del encuentro coincidió con la vuelta de un fin de semana trágico en cuanto a asesinatos machistas y la cantante quiso lamentar este hecho y explicó que hubo una época en la que La puerta violeta dejó de sonar, pero que ahora había vuelto a escucharse más a modo de reivindicación: “Eso es una mala noticia. Por desgracia vamos a tener que seguir cantando muchas canciones”.
Tampoco pudo evitar emocionarse al recordar Gaza: “Me cuesta a veces estar bien por todo lo que está pasando”, lamentó. Por eso, recalcó que ante las desgracias que suceden en el mundo, su disco puede ser un halo de optimismo: “En un mundo tan hostil necesitamos abrazos”.
Desde que empezó a tocar en escenarios, Rozalén los compartió con Bea, su intérprete en lengua de signos, para hacer su música más accesible a todos. Por eso, aplaudió que cada vez sean más los artistas que apuesten también por esa inclusión, y puso de ejemplo a Aitana o Taylor Swift.
Una vez terminada la entrevista, el público tomó la palabra para preguntar qué consejo le daría a toda esa gente que quiere dedicase a la música (constancia fue la respuesta), o cuáles serían sus colaboraciones soñadas. Ella dijo Residente y el público le pidió una con Amaral. Finalmente, se despidió interpretando Entonces acompañada de su guitarra, y por supuesto, de Bea.
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