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EL PAÍS que hacemos
Por Equipo de Comunicación

Un pasaje desconocido, ritmo y rigurosidad: lo que el Julio César de Posteguillo aporta al mito

El autor de ‘Roma soy yo’ desgrana en el Club de lectura de EL PAÍS, realizado en colaboración con Fnac, su proyecto para contar la vida del dictador romano

El escritor Santiago Posteguillo conversa en el encuentro del Club de lectura de EL PAÍS, en la FNAC de Valencia.
El escritor Santiago Posteguillo conversa en el encuentro del Club de lectura de EL PAÍS, en la FNAC de Valencia.
Andrea Nogueira Calvar

La figura de Julio César ha sido moldeada por diferentes creadores a lo largo de la historia. Desde las fuentes clásicas, pasando por Shakespeare, al cine de Hollywood o la escritora australiana Colleen McCullough autora de libros como Las mujeres de César o El caballo de César―. Así que cuando el escritor Santiago Posteguillo (Valencia, 56 años) se planteó acometer el proyecto de contar la vida del dictador romano se hizo una pregunta: “¿Qué puedo aportar yo?”. El escritor, referente en español de la novela histórica, publicó el año pasado Roma soy yo, la primera de las seis entregas en las que cuajará esta empresa. La respuesta a la cuestión inicial y a otras muchas sobre el libro las ofreció en el encuentro de marzo del Club de lectura de EL PAÍS, que tuvo lugar en la Fnac de Valencia.

“Siempre he querido escribir sobre Julio César porque es un personaje que me ha caído simpático desde que leí Astérix y Obélix”, compartió Posteguillo. Roma soy yo se centra en la juventud del gobernante y está vertebrado en el primer juicio que César encaró como abogado con tan solo 23 años. Este hecho era poco conocido y además era un proceso importante en la vida de César. Posteguillo cumplía así con la premisa de aportar algo nuevo a lo narrado hasta el momento.

La novela traslada al lector a ese juicio, pero “para no aburrirlo”, hace saltos en el tiempo e introduce otros momentos relevantes tanto para la construcción del pleito como para comprender la época y cómo se fue moldeando el carácter de Julio César. Esa combinación de suspensos en el relato, unidos a las anticipaciones de sucesos postergados en la escritura, confieren a la novela una lectura muy cinematográfica. El autor reconoció que, como amante del cine, es algo que busca conscientemente y que emplea para ganar dinamismo. Además, reveló que también se inspira en el cine para construir las batallas, en las que toma el punto de vista de diferentes personajes para describir la acción, imitando el plano contraplano de las cámaras.

Como profesor de literatura inglesa que es Posteguillo, el Julio César de Shakespeare sobrevolaba su obra. No obstante, el autor alejó su trabajo de ese referente “demoledor” enumerando varios motivos, pero principalmente uno: “El público del Renacimiento tiene unas apetencias diferentes a la mayoría de los lectores de hoy; el lector del siglo XXI busca rigor histórico y a Shakespeare eso le da absolutamente igual porque el público no le estaba pidiendo eso”.

La estructura, el ritmo narrativo de Posteguillo y su rigurosidad también se posicionan como una singularidad de este Julio César al que se puede acusar de ser un tanto maniqueo. Sin embargo, el autor se defendió recordando que estamos ante los primeros años de la vida del personaje: “Normalmente de jóvenes vemos todo en blanco y negro y tenemos unos ideales que consideramos muy claros; no digo que todos perdamos nuestros ideales, pero creo que con la experiencia vital te vas dando cuenta de que muchas cosas son grises”. El autor avanzó que de igual manera irá moldeándose el comportamiento del personaje en las sucesivas novelas, donde veremos “los estragos” que la veteranía ejerce en su candidez.

Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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