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Las medidas contra la contaminación han mejorado el aire que respiran los europeos, pero no lo suficiente

Un estudio destaca la importante reducción de la concentración de partículas y dióxido de nitrógeno experimentada en 35 países en las dos últimas décadas

Manuel Planelles

Las medidas que los países europeos han puesto en marcha en las últimas décadas para combatir la contaminación han sido efectivas en la mejora de la calidad del aire y para reducir la exposición de los ciudadanos a los principales contaminantes. Sin embargo, todavía no son suficientes para que la mayoría de la población respire un aire que esté dentro de los nuevos niveles de seguridad que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así se desprende de un estudio que se publica este miércoles en la revista Nature Communications y que ha sido liderado por expertos del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS).

Los investigadores se han centrado en los cuatro principales contaminantes del aire: las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras de diámetro (PM₂,₅), las partículas de menos de 10 micras (PM₁₀), el ozono (O₃) y el dióxido de nitrógeno (NO₂). Han analizado los datos de 1.426 regiones de 35 países europeos (donde viven 543 millones de personas) entre 2003 y 2019. Además de los 27 miembros de la UE, se ha incluido al Reino Unido, Noruega, Macedonia del Norte, Montenegro, Croacia, Suiza, Albania y Liechtenstein.

Una de sus principales conclusiones del estudio es que los niveles de PM₁₀, NO₂ y PM₂,₅ han caído anualmente en el período de tiempo estudiado un 2,72%, un 2,45% y un 1,72%, respectivamente. En el caso del ozono, un compuesto más relacionado con las condiciones meteorológicas, no se aprecia un descenso en el conjunto de regiones analizadas; incluso, en el sur de Europa se ha experimentado un aumento medio anual de las concentraciones de esta sustancia del 0,58%.

Aunque se aprecia una clara mejora, estos avances se quedan muy cortos tras la última actualización realizada en 2021 por la OMS de los umbrales de seguridad frente a la exposición de estos contaminantes. Tras analizar la literatura científica publicada sobre los efectos en la salud de estas sustancias, la OMS rebajó los límites de exposición que se consideran seguros. El estudio publicado este miércoles advierte: “Alrededor del 98,1%, el 80,15% y el 86,34% de la población de los 35 países europeos vivía en 2019 en zonas de aire inseguro para PM₂,₅, PM₁₀ y NO₂, respectivamente” teniendo en cuenta esos nuevos niveles de seguridad.

“La normativa y las políticas de la UE han desempeñado un papel clave a la hora de impulsar los progresos”, afirma sobre la mejora en la calidad del aire en los países europeos estudiados Zhao-Yue Chen, investigador de ISGlobal y autor principal de este estudio. Chen explica a EL PAÍS que las regulaciones puestas en marcha principalmente por las instituciones comunitarias “han impulsado prácticas más limpias en varios sectores”, como en el consumo de energía residencial, comercial e industrial que han mejorado los niveles de partículas. “Las mejoras en estos sectores, probablemente debidas a una combinación de regulaciones más estrictas y la adopción de tecnologías más limpias, han contribuido a la reducción de los niveles de partículas. Del mismo modo, el transporte por carretera, la principal fuente de óxidos de nitrógeno, ha experimentado reducciones de NO₂ probablemente debido a factores como normas de emisiones de vehículos más estrictas y un posible aumento en el uso de energía más limpia”, añade este investigador.

Pero Chen también advierte de que Europa todavía está “lejos de disfrutar de un aire limpio”, ya que “la mayoría de los europeos siguen respirando aire insalubre”. Este experto aboga por una actualización de las normas del aire para que se ajusten más “a las nuevas directrices de la OMS”. En estos momentos, las instituciones comunitarias están precisamente en ese proceso de actualización, que se espera que se culmine en abril. “Si se hace realidad, creo que sería una buena noticia para la salud pública, ya que significa que las personas estarán expuestas a un aire menos dañino”, afirma Chen.

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El complejo caso del ozono

Si las medidas que se centran en la energía, la industria y el transporte están relacionadas con las reducciones de los dañinos óxidos de nitrógeno y las partículas, más complicado es el caso del ozono. “Es un reto complejo debido a su vía de formación secundaria a partir de gases precursores”, explica el investigador de ISGlobal. Es decir, no se expulsa directamente desde los tubos de escape o las chimeneas, aunque los contaminantes primarios que salen de ahí son también determinantes para su formación. Además, en la generación del ozono influye también el aumento de la luz solar y de las temperaturas.

Por eso Chen propone dos frentes de acción en este caso. “Dado que los vehículos son una fuente importante de contaminantes que contribuyen a la formación del ozono, necesitamos regulaciones de emisiones más estrictas en los sectores del transporte y un impulso continuo hacia una energía más limpia”. Por otro lado, este investigador sostiene que también se debe seguir apostando por “la mitigación del cambio climático”, que influye en el incremento de la radiación solar y las temperaturas que a su vez acaba generando más ozono que en las capas inferiores actúa también como precursor del calentamiento.

En el artículo publicado en Nature Communications los autores recuerdan que la Agencia Europea de Medio Ambiente estimó que en 2021 se produjeron más de 253.000 muertes prematuras atribuibles a la contaminación por partículas finas, 52.000 fallecimientos estarían relacionadas con el dióxido de nitrógeno y 22.000 con el ozono. Además, “las exposiciones, tanto crónicas como agudas, también aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, reacciones alérgicas, diabetes, salud cognitiva y desarrollo infantil, entre muchas”.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.
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