La UE otorga un papel clave a la captura de carbono para alcanzar los objetivos climáticos de 2040
La Comisión Europea propone impulsar sistemas para retirar y almacenar 280 millones de toneladas dentro de 16 años
La Comisión Europea está convencida de que alcanzar los objetivos climáticos de 2040, que ha fijado este martes en una reducción de 90% de los gases de efecto invernadero respecto los niveles de 1990, no se logrará implementando solo políticas para rebajar las emisiones: también requerirá un impulso decisivo de las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono, sistemas para atrapar CO₂ generado y enterrarlo en el subsuelo, o de absorberlo con sumideros naturales. Por ello, y pese a las críticas acerca de que se trata de una tecnología de eficacia no lo suficientemente probada y que alienta las mismas prácticas contaminantes que busca eliminar, Bruselas ha presentado una propuesta no vinculante —la legislación necesaria la deja en manos del próximo ejecutivo europeo que surja de las elecciones de junio— que apuesta por esta vía sobre todo para aquellos sectores donde la reducción de emisiones es “especialmente difícil o costosa”.
“Aunque mucho se puede lograr invirtiendo en eficiencia energética y energías renovables, también necesitamos tecnologías que puedan capturar y almacenar CO₂, o utilizarlo”, sostiene Bruselas. El comisario de Acción Climática, Wopke Hoekstra, ha subrayado que esta iniciativa afecta a una parte relativamente pequeña del problema, pero ha defendido las tecnologías CCS (captura y almacenaje de carbono, por sus siglas en inglés) para sectores donde la reducción de emisiones es más complicada, como en la producción de cemento, acero o gas natural, así como la de electricidad, especialmente de biomasa, procesos de refinado, la incineración de desechos, el hidrógeno bajo en carbón o la producción de calor termal.
“Soy el primero en reconocer que no hay alternativa a reducir emisiones y que no podemos salir de esto solo con CCS”, ha dicho Hoekstra en un debate en el pleno de la Eurocámara en Estrasburgo en referencia a las tecnologías que propone impulsar en el marco de la hoja de ruta para alcanzar los objetivos climáticos para 2040. Según los cálculos de Bruselas, para lograr una reducción neta de 90% de emisiones dentro de 16 años y la neutralidad climática para 2050, la UE deberá poder capturar para 2030 al menos 50 millones de toneladas de CO₂ al año. Una cifra que deberá aumentar hasta los 280 millones de toneladas para 2040 y los 450 millones en 2050.
“Necesitamos una hoja de ruta clara para impulsar estas tecnologías”, ha defendido Hoekstra. Por ello, la actual Comisión europea quiere que el próximo ejecutivo en Bruselas pueda desarrollar un marco jurídico y de inversión que potencie el despliegue de las tecnologías CCS.
“Para liberar el potencial completo de la gestión del carbono industrial, se tienen que crear las condiciones favorables para el desarrollo de cada elemento de su cadena de valor”, sostiene Bruselas. Algo que requiere, indica, no solo una regulación específica, sino también “inversión y financiación tanto para la investigación y la innovación como para proyectos iniciales”, además de un trabajo de concienciación sobre estas “soluciones” y una “cooperación internacional para maximizar el potencial de mitigar emisiones en Europa y más allá”.
El objetivo es tener una capacidad de almacenamiento de CO₂ de “al menos” 50 millones de toneladas anuales para 2030, que deberá ir acompañada de una infraestructura de transporte ferroviario, marítimo, carretero y mediante gasoductos adecuada. Para 2040, la mayor parte de cadenas de valor de carbón regionales deberían ser “económicamente viables” para poder lograr los objetivos climáticos, para lo que el CO₂ debería ser una “mercancía comerciable para su almacenamiento o uso dentro del mercado único europeo”. La Comisión espera que se pueda usar hasta un tercio del CO₂ capturado. Después de 2040, la gestión del carbono industrial debería ser una “parte integral del sistema económico de la UE”, agrega la hoja de ruta de la Comisión, para la que el carbono biogénico o atmosférico debería convertirse en la principal fuente de procesos industriales basados en carbón o de combustibles de transporte.
La apuesta por las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono ha sido criticada por organizaciones ambientales como Greenpeace: la Comisión “no es capaz de reconocer que la tecnología CCS sigue estando sin demostrar a escala y que no constituye una varita mágica para afrontar el problema de las emisiones industriales de la UE”, ha dicho la experta en descarbonización industrial de la ONG, Camille Maury. Otras 140 ONG han firmado una carta afirmando que apostar por tecnologías “especulativas” de captura y almacenamiento de carbono “retrasarán la transición del petróleo, gas y carbón”.
“Tenemos que aceptarlas como parte de la solución aunque sepamos que son solo una pequeña parte de la ecuación”, ha replicado Hoekstra.
El uso de estas tecnologías forma parte de la hoja de ruta presentada este martes para reducir el 90% las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE en 2040. Se trata de una propuesta prudente con la que el Ejecutivo europeo que en los últimos años ha impulsado un formidable paquete legislativo medioambiental intenta ahora, en pleno cuestionamiento de sus medidas por las protestas agrícolas en varios países, corregir el rumbo sin perder la meta final de la neutralidad climática en 2050. Para los críticos es una solución “rebajada”. Quienes esperaban que fuera más lejos en la horquilla, en línea con el hasta el 95% de reducción que había propuesto el comité científico que asesora a la UE, lamentan también la falta de un plan específico para acabar progresivamente con los combustibles fósiles, además de haber eliminado un porcentaje de reducción de emisiones concreto para el sector agrícola, ahora levantado en buena parte del continente.
Ninguna de las dos propuestas presentadas este martes en Estrasburgo son vinculantes, lo que hace que requieran una iniciativa legislativa específica para que sean implementadas. En un principio, el actual Ejecutivo europeo había barajado, según diversas fuentes, acelerar el ritmo para que los Estados pudieran analizar un texto legal antes del fin del mandato actual. Finalmente, Bruselas ha decidido dejar en manos de “la próxima Comisión, tras las elecciones europeas” la tarea de presentar sendas propuestas legislativas, algo que podría verse dificultado si en la Eurocámara que surja de los comicios de junio tienen, como advierten diversos pronósticos, un mayor peso las fuerzas de ultraderecha que rechazan las políticas de lucha contra el cambio climático y que están intentando capitalizar las protestas agrícolas que ya han obligado a la Comisión a dar marcha atrás en algunas de sus propuestas del Pacto Verde. La última ha sido este mismo martes en Estrasburgo antes de la presentación de los objetivos de 2040, cuando la presidenta, Ursula von der Leyen, ha anunciado que la normativa de reducción de pesticidas queda aparcada hasta la nueva legislatura.
Acuerdo provisional sobre la Ley para una Industria de Cero Emisiones Netas
En un día de grandes anuncios sobre las ambiciones climáticas de la UE, el Parlamento Europeo y el Consejo (los Estados miembros) también han anunciado un acuerdo provisional, a ratificar aún por las dos partes, sobre la Ley para una Industria de Cero Emisiones Netas (NZIA, por sus siglas en inglés) para impulsar la competitividad de la industria europea que ayude a lograr los objetivos de neutralidad climática, y que está considerada una respuesta a la política de subsidios verdes de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de Estados Unidos.
“Es la primera vez que Europa reacciona al IRA”, ha celebrado el ponente de la Eurocámara, el cristianodemócrata alemán Christian Ehler, el acuerdo, que prevé sobre todo agilizar el apoyo público y la gestión de permisos a tecnologías con “gran potencial para la descarbonización” —un máximo de 12 meses para los proyectos de menos de 1 gigavatio y 18 para los mayores) en una lista que los Estados incluyeron la fisión nuclear y los combustibles alternativos.
“La NZIA es un paso importante para crear el ecosistema necesario para impulsar la producción de tecnologías limpias”, ha destacado por su parte el ministro flamenco de Economía e Innovación que ha dirigido las negociaciones en nombre de la presidencia belga de turno del Consejo de la UE. “Ha llegado el momento de que Europa retome el liderazgo global en tecnologías verdes y cree un sector industrial verde, competitivo y capaz de generar empleo”, ha agregado. El texto negociado, que todavía tiene que ser ratificado por las dos partes, incluye también el desarrollo de “valles” de aceleración, territorios que puedan concentrar varias compañías involucradas en un tipo de tecnología descarbonizada) como una especie de “clusters” que haga más atractiva a la UE a los inversores en estas actividades.
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