Empresas, expertos, políticos y científicos reclaman compromiso ante la emergencia climática: “Lo fundamental es cumplir”
El foro Ecosistema Ahora, organizado por EL PAÍS, pone el acento en que, pese a la incertidumbre geopolítica, el cambio climático es la gran amenaza que debe enfrentar el ser humano en la próxima década
En la noche más oscura del alma son siempre las tres de la mañana. Pero también hay espacio para la esperanza y tiene un color: verde intenso. Donde se mezclan las buenas noticias y los desafíos para el clima. Finanzas, tecnología, rehabilitación, autoconsumo, infraestructuras sostenibles, fondos europeos. Todas forman parte de las respuestas al puzle de la emergencia climática.
Esta es la narrativa central de Ecosistema Ahora, organizado por EL PAÍS, con el impulso de Santander, el patrocinio de EY, Ferrovial, Redeia, Familia Torres y Veolia; y con la colaboración del COAM y Felicidad Collective.
En 2021 aumentaron las emisiones de gases de efecto invernadero un 5,1% en España, el mismo crecimiento del PIB nacional. Sin embargo, como un agrimensor preciso, depende también de qué baremos se tomen. Si retrocedemos a 2019 vemos que las emisiones han caído un 8,1%. Lo cual significa que la hoja de ruta sigue en busca de su particular norte. Valvanera Ulargui, directora general de la Oficina Española de Cambio Climático, se orienta hacia el optimismo. “Esa subida responde a la recuperación económica”, sostiene. Pero el cambio climático es un problema que atañe al planeta. Estados Unidos ha retrocedido en sus compromisos y la Unión Europea ha calificado (taxonomía, en términos científicos) a la energía nuclear y el gas como energías verdes. “Es una mala noticia. La Administración española se ha posicionado desde el principio en contra”, apunta Ulargui. Aunque el camino sigue adelante. La guerra en Ucrania ha demostrado la urgencia de la independencia energética de los hidrocarburos rusos. Está dentro del ser humano buscar soluciones en un mundo que está cambiando geopolíticamente, donde lo que se daba por establecido hay que situarlo entre paréntesis y una generación, sobre todo joven, exige respuestas.
Y ese eco llega a una industria que marca la línea entre el compromiso sincero y lo que es una cierta impostura. Los tres grandes bancos americanos preguntaron a sus accionistas si estaban dispuestos a abandonar los hidrocarburos por energías sostenibles. Solo el 11% estuvo a favor del cambio. Y la mayor gestora del mundo, la estadounidense BlackRock, duda de la eficacia de invertir en activos ESG (medioambientales, sociales y gobernanza). ¿Esta es la realidad? No. Es una visión reducida y de corto plazo. Escuchemos. Federico Gómez Sánchez, director de Finanzas Sostenibles de Santander, habla de la relación entre el espacio y la velocidad: el tiempo. “Creemos que el gas es una energía de transición, aunque no sea verde”. Pero hay que contemplar el horizonte. Hace falta aclarar algunos parámetros. “Saber qué es verde, mostrar transparencia y rendir cuentas: medir el impacto”, cuenta el ejecutivo.
Desde luego, las finanzas están construidas sobre números, y los inversores se acercan a este espacio. No existe un perfil específico. Va desde el particular (hipotecas verdes, por ejemplo) a la gran empresa. Se echa de menos a las pymes. Sin embargo, llegarán. Siempre que la sinceridad sea uno de los activos básicos. Alberto Castilla, socio responsable del área de Sostenibilidad de EY España, se enfrenta a la palabra greenwashing. O lo que es lo mismo, fingir ser responsable. “Se están produciendo situaciones de fraude que tienen una responsabilidad jurídica”. Pero esto sería el extremo de la cinta métrica. “Lo fundamental es cumplir”. Y hay que mirar a largo plazo. Nada será inmediato. El experto plantea una comparación que recurre al tiempo pretérito. Los libros se inventaron hace 7.000 años, no para escribir poemas sino como páginas de contabilidad. “Eran elementos de la memoria y nosotros, ahora, estamos creando esas normas; esa taxonomía”, reflexiona Castilla.
Junto al espacio de los grandes números, plaza, al igual que diría el poeta, al hombre. Mónica Rodríguez y Jonathan Zarzalejo forman parte de empresas emergentes que tocan el alma de lo sostenible. Mónica ha fundado hace un año Recovo.co, una firma que conecta empresas de moda para dar salida y aprovechar sus excedentes textiles con el propósito de impulsar la circularidad, en un sector que consume enormes cantidades de energía y agua. “Nuestra forma de financiarnos es cobrar una comisión a las marcas vendedoras”, explica. Al otro lado de diálogo, Jonathan es el director global de operaciones de Marketing de To Good To Go, una aplicación que llega a 15 países en Europa y que intermedia entre empresas o restaurantes con sobras de comida y los consumidores “a cambio de un pequeño pago”, subraya.
Estos casos se mueven en el ahora, ¿cuándo llegarán las energías renovables? El salvavidas lanzado al mar al rescate del náufrago. “En España la forma más barata de generar energía es la solar fotovoltaica, por lo que la inversión más rentable es el autoconsumo”, defiende Pedro Fresco, director general de Transición Ecológica de la Generalitat Valenciana. Es el principio. Aunque hay que ser más ambiciosos. “La legislación debería ir más allá y favorecer el autoconsumo con mayor profundidad”, describe Paco Valverde, responsable de Renovables en Menta Energía. También apoyar el hidrógeno y el biogás, que debería, según los expertos, ser un objetivo de país. Hay una máxima: no se puede depender de combustibles fósiles con naciones que podrían suponer un problema geopolítico. Y el paisaje español va a cambiar en los próximos 30 años mezclando paneles solares y aerogeneradores. Memoria y sostenibilidad.
Las renovables ganan sol y viento. Y la integración de las energías en el sistema corre a cargo de Redeia. La incorporación de casi una docena de energías distintas no es fácil. Tampoco superar el histórico aislamiento energético del país. Está en marcha la conexión con Francia a través del Golfo de Vizcaya. En 2027 ya debería aumentar la capacidad de interconexión con el país galo del 3% al 5%. Aunque todavía faltan cinco puntos, a través de otros enlaces, que exige Europa. “Pero es una urgencia”, indica su presidenta, Beatriz Corredor. Quedan deberes por hacer. “El sistema de fijación de precios europeo resulta ineficiente porque no está adaptado al nuevo mix energético”. Sin embargo, propuestas como la excepción ibérica, tras tres semanas en marcha, “está ya produciendo un ahorro en la factura”.
Detrás de todo esto subyace la tecnología. Y la digitalización es la fuerza que impulsa el tallo verde. Los famosos fondos europeos son una rayuela del cambio. El 30% de los fondos se dirige a la transformación digital y el 40% al cambio ecológico. “Si sumas ambos porcentajes ves que el objetivo es un nuevo paradigma económico y productivo de país”, observa Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial del Gobierno de España. Aunque pervive un paisaje al fondo. “Nos hace falta otra infraestructura: el talento”, sostiene.
Por ahora llega el dinero de Europa. Una palanca de cambio con infinidad de promesas, que afecta tanto a grandes y pequeñas empresas. “Las pymes son los verdaderos supervivientes de la economía y están preparadas para la revolución verde”, condensa Joaquín Pérez Novo, director de Desarrollo de Negocio Industrial y Proyectos Gases Renovables de Agbar, parte del grupo Veolia. Y añade: “Es la Administración quien debe apoyarlas”. Son el presente y el futuro. El 99% del tejido económico. Mientras, en lo más inmediato, defiende la incorporación de la “economía circular en el ecodiseño de los productos”.
Es un ahorro ambiental y de costes. De vuelta al dinero, Valentín Alfaya, director de Sostenibilidad de Ferrovial, revela que “hay un apetito feroz por activos verdes”. Un punto de partida también hacia un concepto de ciudad que necesita una rehabilitación a gran escala. “Es complicado pero depende de los recursos y las capacidades”, puntualiza. La Arcadia es hacer compatibles las infraestructuras y la biodiversidad.
Y esas son las tierras que camina Thelma Krug, vicepresidenta del Grupo Intergubernamental de Expertos Sobre el Cambio Climático (IPCC, según sus siglas en inglés). Han publicado la sexta versión de su informe. Algo que llevan haciendo desde 1990. El titular es un editorial. “La principal conclusión es la inequívoca influencia del hombre en el calentamiento global”. Y un futuro que traerá cada vez eventos climáticos, más extremos y, también, más desiguales. “Los eventos no se distribuirán de la misma forma en el planeta. Los sistemas menos resilientes serán los más impactados y, afectará, de forma desproporcionada, a las mujeres”.
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