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Emergencia de los océanos: 142 países debaten cómo salvarlos en Lisboa

De esta cita internacional debe salir una declaración que se viene negociando desde hace dos años y que no será vinculante

Conferencia de Lisboa
António Guterres, en la sesión de apertura de la Conferencia sobre los Océanos de la ONU, que comenzó hoy en Lisboa.MIGUEL A. LOPES (EFE)
Tereixa Constenla

Los océanos inundan esta semana la agenda política mundial, aunque está por ver que la teoría sobre su conservación se convierta en práctica. De la Conferencia sobre los Océanos de la ONU, que ha comenzado este lunes por la mañana en Lisboa y a la que asisten más de 7.000 personas de 142 países, saldrá una declaración que se viene negociando desde hace dos años entre las distintas delegaciones internacionales y que no será vinculante.

El encuentro, el segundo dedicado a los mares después del celebrado en Nueva York hace cinco años, certifica la relación directa entre la conservación oceánica y la climática. “Protegiendo los océanos, estamos luchando contra el cambio climático”, destacó durante la inauguración el secretario general de la ONU, António Guterres. Los océanos aportan casi el 50% del oxígeno que necesita la humanidad, mientras que reciben de ella ocho millones de toneladas de plásticos cada año.

En su discurso, Guterres fue drástico a la hora de hacer el diagnóstico: “Lamentablemente, nos encontramos ante una emergencia de los océanos. Hay que cambiar la marea”. “No podemos tener un planeta saludable sin un océano saludable”, añadió. A pesar de que la conferencia no tiene un carácter ejecutivo —de ella saldrán recomendaciones pero no obligaciones para los estados—, Guterres trató de ponerla en valor y señaló que da la oportunidad a todos los países de acercar posiciones. Incluso aquellos que ahora mismo sufren un aislamiento internacional como es el caso de Rusia desde la invasión de Ucrania: de hecho, a la conferencia asistió el consejero del Kremlin para Asuntos Climáticos, Ruslan Edelgeriyev, que aseguró que su país mantiene sus compromisos para alcanzar la neutralidad en emisiones de carbono a largo plazo. “En el corto plazo prevemos algunas complicaciones relacionadas con las restricciones por las sanciones al abastecimiento de ciertos equipamientos, pero es algo que podremos superar”, señaló a la agencia Lusa.

“Tenemos que recuperar el tiempo que hemos perdido y darle una oportunidad a la esperanza”, defendió por su parte el presidente de la República de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, que recordó que “los regímenes, los poderes institucionales y políticos pasan. Los océanos permanecen. Tienen millones de años y preceden al ser humano. Perdurarán otros millones si los cuidamos”. La pandemia y la guerra, añadió el jefe del Estado luso, no deben servir de coartada para retrasar desafíos estructurales a largo plazo. “Esta debe ser la conferencia del desconfinamiento y la ambición”, reclamó.

En su repaso a las principales amenazas de los océanos, el secretario general de la ONU citó la subida de la temperatura y la contaminación de los plásticos. Guterres recordó que el Pacífico cuenta ya con una “masa de plástico que tiene una superficie mayor que Francia” y planteó varias medidas para defender la riqueza marina, como el desarrollo de economías volcadas hacia los océanos que sean sostenibles, contemplar a los mares como modelos para resolver problemas globales y proteger de las alteraciones climáticas a la población que depende del mar.

Un modelo más sostenible del medio marino permitiría, según Uhuru Kenyatta, el presidente de Kenia —país que organizó esta conferencia junto a Portugal—, que el océano pudiese producir seis veces más comida, generar 40 veces más energía renovable y ayudar a sacar de la pobreza a millones de personas. “El océano es el recurso más subestimado de nuestro planeta. La mayoría de nosotros no comprendemos cuán central es el océano para la existencia humana”, dijo el mandatario africano.

Junto a problemas como la pesca ilegal o la pérdida de hábitats, los movimientos conservacionistas quieren poner el acento en el impacto que tiene la actividad minera marina para extraer gas o petróleo, entre otros. Varias organizaciones han solicitado una moratoria global a estas extracciones mientras no se disponga de información científica concreta sobre su impacto ambiental y sus planes para remediarlo.

Otro de los objetivos sobre los que se negociará estos días es la meta para alcanzar la protección del 30% de los ecosistemas marinos en 2030, que está previsto que se aprueba a finales de este año en Canadá en la Conferencia sobre la Convención de Diversidad Biológica. Algunos países latinoamericanos tienen previsto anunciar en la cita de Lisboa la declaración para proteger el 30% de su superficie marina, que secundarían el compromiso asumido hoy por el primer ministro portugués, António Costa, que recordó que este año se ha dado un gran paso en Portugal con la decisión de aumentar la Reserva Natural de las Islas Salvajes, en el archipiélago de Madeira, al pasar de 97 a 2.677 kilómetros cuadrados. La medida, aprobada por el Gobierno regional (mayoría conservadora), la ha convertido en la mayor área marina protegida del Atlántico norte.

Costa se comprometió a transformar la pesca portuguesa en “uno de los sectores más sostenibles y de bajo impacto a nivel mundial, con el mantenimiento del 100% de los stocks dentro de los límites biológicos sostenibles” y a producir 10 gigavatios con energías renovables oceánicas antes de 2030.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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