La estación de esquí de los Pirineos que no hace caso del cambio climático
La empresa Aramón quiere ampliar las pistas de Cerler en 23 kilómetros pese a que la temperatura en estas montañas aumenta más que la media mundial y los días de nieve se reducen
La estación de Cerler, en el pirineo aragonés, está inmersa en una polémica ampliación de sus pistas, para crecer en 23 kilómetros hacia el valle de Castanesa. El proyecto inicial, presentado antes de 2008, iba acompañado de 5.000 viviendas, pero los vecinos tumbaron en los tribunales el plan urbanístico, lo que paralizó todo. Ahora, la empresa Aramón ha decidido reanudar la ampliación del terreno esquiable. El Observatorio Pirenaico de Cambio Climático (OPCC) alerta de que en el último medio siglo la temperatura en los Pirineos ha aumentado más que la media mundial y que los días de nieve se reducen por efecto del calentamiento global, una situación que probablemente empeorará en el futuro. Vecinos y ecologistas denuncian que las obras acabarán con un valle virgen y creen que la falta de nieve hará el plan inviable. De hecho, el cambio climático fue el motivo esgrimido en marzo por el Ministerio de Transición Ecológica para ordenar desmantelar tres pistas de esquí en Navacerrada (Madrid). En Cerler, en cambio, van en sentido contrario.
Jordi Cunillera, del Servicio Meteorológico de Cataluña, ha trabajado en el Proyecto Climpy del OPCC para caracterizar la evolución del clima en la zona. “En los últimos 60 años la temperatura media en la vertiente sur de los Pirineos ha aumentado de media 1,4 grados, y hasta 2 grados en verano”, señala. Esto se traduce en que “la precipitación en forma de nieve disminuirá en los próximos años, sobre todo en las cotas de 1.500 a 2.000 metros, donde suelen situarse las estaciones de esquí”, por lo que “lo que antes era nieve ahora será lluvia”. En su opinión, “la temporada de nieve se acortará muchísimo porque el número de días al año para poder esquiar se seguirá reduciendo”.
De hecho, es algo que ya ha constatado que ocurre. “A una altitud de 1.500 metros, se ha pasado de unos 80 días con nieve en el suelo a unos 65 días. El número de jornadas con nieve a esta altura ha disminuido en unos 15 días”. Aunque puede haber variaciones de un año para otro, en los años sesenta y setenta del siglo pasado se registraron cinco o seis años con más de 100 días con nieve en el suelo (en la misma cota) y en las últimas tres décadas solo ha habido dos que hayan superado esta barrera. Además, ahora ya hay años con menos de 40 días de nieve en el suelo, algo que no se había observado nunca desde los años cincuenta a los setenta.
Eva García, coordinadora del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático —un organismo cooperativo entre España, Francia y Andorra—, explica que ese aumento de dos grados de la temperatura en medio siglo supone “un 30% más que la media mundial”. “Cada vez va a haber más variabilidad en las nevadas, habrá años que caiga más, pero también sequías prolongadas”, continúa. “Los eventos extremos, como la tormenta Filomena, se producen cada vez con más frecuencia. Los efectos se ven en todo el mundo, pero en las montañas tienen un efecto mayor, porque son un entorno más vulnerable”, añade.
Aramón, participada al 50% por el Gobierno de Aragón e Ibercaja, considera que la ampliación es viable. “Llevamos haciendo estudios de nivología durante los últimos 20 años en estos terrenos y tenemos muy estudiada la zona, de forma que la cota de salida de los remontes está por encima de los 1.800 metros. Además, la orientación de las laderas nos asegura la nieve natural hasta la primavera”, apunta una portavoz. Los primeros trabajos se iniciaron en 2019, y está previsto que continúen este verano. El Gobierno de Aragón se remite a las declaraciones de Aramón.
La empresa explica que el proyecto, en el que invertirán 40 millones, se desarrolla con cuatro remontes de acceso desde la estación de Cerler hasta el valle de Castanesa, con lo que los kilómetros esquiables pasarán de 77 a 100. “Esto permitirá una amplia oferta de montaña que va más allá del esquí: esquí de montaña, raquetas… Así como otras actividades que fomentarán la desestacionalización del turismo y el fomento de actividades durante todo el año como los refugios de la zona, senderismo, caminata nórdica, etcétera”, añade. Para Aramón, el plan “proporcionará a Montanuy un nuevo atractivo turístico compatible con la ganadería”.
Dudas sobre la declaración de impacto ambiental
Paco Iturbe, de la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón (PDMA), que aglutina a vecinos y ecologistas de la zona, critica que Aramón haya “resucitado” el proyecto. “La justicia anuló el plan urbanístico de Montanuy, el pueblo con 17 pequeños núcleos [de unos 200 habitantes en total] situado en el valle de Castanesa. Entendimos que con eso se paralizaba todo. Pero ahora vuelven a la carga”, dice. Iturbe explica que la declaración de impacto ambiental, realizada en 2010, caducó en diciembre del año pasado y que sería necesario aprobar otra. De hecho, recogieron 300 firmas para pedir una nueva declaración. Una portavoz de Aramón responde que “la adaptación del proyecto cuenta con todos los permisos administrativos y medioambientales necesarios”.
Los vecinos de la zona están divididos. Muchos de ellos ya han vendido sus tierras a Aramón y esperan el maná del esquí. Xavi Pellicer, de 56 años, es portavoz de la asociación Queremos futuro Valle de Castanesa, que apoya el plan. “Conozco el tema del esquí y lo mucho positivo que ha llevado al territorio y es lo mismo que quiero para mis vecinos”, dice. “Esta ampliación daría al valle una posibilidad de conexión, además de mejores conexiones de luz, de agua…”. En su opinión, esa inversión económica puede ayudar a paliar la despoblación que sufre la zona.
Luis de la Infanta, jubilado de 60 años, habla por los residentes opuestos a la ampliación. “Desde que Aramón llegó y compró tierras de los vecinos el valle se ha despoblado más todavía”, explica por teléfono desde Señú, uno de los 17 municipios que componen Montanuy, desde donde tiene una vista magnífica de la zona. “El lugar es un valle virgen, una especie de pradera infinita llena de olas verdes, de una belleza peculiar creada por la ganadería extensiva. Y eso se va a romper con los remontes y las carreteras”, se queja.
Dado que la ampliación de Cerler fue declarada Plan de Interés General de Aragón (PIGA), se ha iniciado un procedimiento de expropiación para aquellos vecinos que no quieren vender sus tierras —aunque la mayoría ya lo hicieron—. 30 de ellos han llevado el asunto a los tribunales. “¿Cómo se puede expropiar a la gente para facilitar la actividad de una empresa privada?”, lanza Manuel Badía, portavoz de este colectivo. “Se entiende el interés general de una carretera o un ferrocarril, pero en este caso no. Por eso hemos presentado un contencioso-administrativo contra la necesidad de ocupación de esas fincas, vamos a preguntar ante el juez si esa necesidad está justificada”, añade. Tienen el apoyo de Ecologistas en Acción y Naturaleza Rural, que ya respaldaron el anterior proceso judicial. Aramón declina valorar el nuevo proceso judicial. La alcaldesa de Montanuy, Esther Cereza, no responde a la cuestión de si el municipio prepara un nuevo plan urbanístico que acompañe la ampliación. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico tampoco realiza ninguna valoración sobre el proyecto.
El ecologista Paco Iturbe denuncia que la falta de nieve se traducirá en la necesidad de mucha nieve artificial: “Hará falta mucha agua y energía para fabricar nieve, lo que encarecerá el proyecto. Además, eso vaciará los acuíferos. Y como al agua se le añaden componentes químicos, estos afectarán al terreno”. ¿Tiene sentido ampliar Cerler con este panorama? Las cinco mayores organizaciones ecologistas de España —Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF— firmaron una carta en diciembre para denunciar que el proyecto va “en contra de las estrategias de lucha contra el cambio climático”. Eva García, del OPCC, lo explica así: “Este tipo de ampliaciones tendrían que tener en cuenta nuestras investigaciones sobre la evolución del clima de los Pirineos e incluirlas en sus estudios de impacto ambiental. La actividad del esquí va a ser una de las más afectadas por el cambio climático”.
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