Las supermemeces de Superman
Además de ser inverosímiles, a menudo las hazañas de Superman violan las leyes de la física… y de la lógica
La última versión de los cofres de Porcia, planteada la semana pasada, es una prueba-trampa. Porcia solo le dice a su pretendiente que su retrato está en uno de los dos cofres, por lo que, al contrario que en las pruebas anteriores, nada se sabe sobre la veracidad o falsedad de los letreros; por lo tanto, el retrato puede estar en cualquiera de los dos cofres (en el maravilloso libro de Raymond Smullyan ¿Cómo se llama este libro? hay un capítulo dedicado a este tipo de acertijos lógicos, en el que se discute ampliamente esta prueba-trampa).
En cuanto a la paradoja final de La vuelta al mundo en ochenta días, la explicación es tan sencilla como difícil es caer en la cuenta de lo ocurrido (de hecho, el sagaz Phileas Fogg solo lo comprende en el último momento, cuando ya daba por perdida la apuesta). Fogg y Passepartout viajan hacia el este, es decir, en el sentido de la rotación de la Tierra, por lo que para ellos el sol sale cada día un poco antes de lo que lo haría si no se movieran (para decirlo poéticamente, van al encuentro de la aurora). Así que, al completar la vuelta al mundo en 79 días, han visto 80 amaneceres y creen que han pasado 80 días.
Una interpretación errónea -por no decir delirante- de este fenómeno llevó a los autores de Superman a pensar que, si una vuelta lenta alrededor de la Tierra permitía “retroceder” un día, dando un montón de vueltas muy rápidas (a mayor velocidad que la de la luz, para cargarse de paso la relatividad) su superhombre podía viajar al pasado. Esta supermemez no solo aparece en alguno de los cómics, sino también en la famosa versión cinematográfica de 1978, en la que Superman retrocede en el tiempo por el “método Verne” para salvar la vida de su amada Lois Lane.
Puede que esta sea la más escandalosa de las barbaridades perpetradas por los guionistas del superhéroe, pero no es ni mucho menos la única. Solo en el capítulo de violaciones flagrantes de las leyes de la física, encontramos algunas realmente bochornosas. Por ejemplo:
La típica escena, frecuente tanto en los cómics como en las películas, en la que Superman salva a una chica que cae desde una gran altura recibiéndola en sus brazos de acero (¿por qué es disparatada?).
A menudo, Superman llega volando a gran velocidad y aterriza posándose suavemente en el suelo (¿cómo sería en realidad el aterrizaje y por qué?).
La superfuerza de Superman le permite levantar enormes pesos, por ejemplo, todo un edificio, con una sola mano. Aun en el supuesto de que tuviera la fuerza suficiente para realizar tal hazaña, ¿por qué es incompatible con las leyes de la física?
Una proeza aparentemente menor, tratándose del decano de los superhéroes, es la de parar un camión o un tren con su cuerpo serrano (por ejemplo, para salvar a un niño a punto de ser atropellado, cuando habría sido mucho más fácil apartar al niño). ¿Por qué es imposible este trabajillo tan por debajo de las posibilidades del hombre de acero?
Invito a mis sagaces lectoras/es a detectar más gazapos científicos en las hazañas de Superman. Y aprovecho para recomendar la lectura de La ciencia de la ciencia ficción, excelente libro de Jordi José y Manuel Moreno en el que pasan revista a las absurdidades con las que las películas y series de ciencia ficción suelen contaminar las mentes de los jóvenes. Y de los no tan jóvenes.
Carlo Frabetti es escritor y matemático, miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Ha publicado más de 50 obras de divulgación científica para adultos, niños y jóvenes, entre ellos ‘Maldita física’, ‘Malditas matemáticas’ o ‘El gran juego’. Fue guionista de ‘La bola de cristal’.
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